Las empresas navieras se enfrentan a un gran problema que tiene derivaciones en sus finanzas y credibilidad. El pánico que produce la epidemia del COVID-19 hace que la gente busque otras maneras de vacacionar.
Por Canal26
Domingo 8 de Marzo de 2020 - 20:05
El crucero Diamond Princess, varado en Japón. Reuters.
"Damas y caballeros, el vicepresidente Mike Pence acaba de informarnos de que tenemos 21 positivos por coronavirus en el barco. Quizá ya hayan escuchado esto en los medios de comunicación, pero es la primera notificación oficial que hemos recibido", sonó por los altavoces del Grand Princess, un crucero con 2.500 personas a bordo que lleva retenido desde el
jueves frente al puerto de San Francisco.
De un momento a otro, lo que era un viaje de placer por Hawaii y varios puntos de la costa mexicana, se convirtió en un reservorio de virus. Lo siguiente que supieron los pasajeros es que, durante unos días, nadie podría salir de sus habitaciones, ni siquiera para bajar al restaurante. Los empleados, ataviados con un traje aislante, gafas y mascarilla, les
llevan bandejas con comida a la habitación, llaman y se alejan antes de que sean recogidas.
Las autoridades sanitarias de EEUU ni siquiera subieron al barco para entregarles los test de Covid-19. En su lugar, prefirieron lanzarlos desde un helicóptero, lo que ha ayudado a alarmar aún más a los viajeros.
"No estamos mal, pero si esto se alarga mucho, vendrán los problemas", dice una de las pasajeras, que está grabando un vídeo diario detallando la situación. "Lo primero con lo que tendré que lidiar es que el lunes debería volver al trabajo, y eso no va a suceder. Después... alguien tendrá que conseguir mis medicinas, porque he traído las justas para un crucero de quince días y se me están acabando", dice. Su compañera, con la que pasa las 24 horas del día en 15 metros cuadrados, continúa: "Es un fastidio, pero no querría llegar a casa y transmitirle el virus a mi familia, tienen que estar seguros de que estemos sanas".
El Grand Princess es el segundo barco retenido en menos de un mes de la naviera Princess Cruises. El anterior, el Diamond Princess, encallado frente a la costa de Japón, entrará en los manuales de epidemiología como lo que no hay que hacer para contener un virus. El barco fue detenido cerca del puerto de Yokohama el 4 de febrero porque una decena de pasajeros
mostraban síntomas de infección por coronavirus. Las dos semanas que permanecieron en cuarentena fueron catastróficas: murieron a bordo cinco pasajeros y, cuando finalmente desembarcaron todos, esta misma semana, el saldo de infectados era superior a 700, más que la mayoría de los países que han registrado contagios masivos.
"La verdad es que no hemos pasado miedo, pero sí temor. Nuestros amigos y nuestra hija estaban muy preocupados y nos lo transmitían", dice Ximena Paredes, una pasajera chilena que junto a su marido, José Luis Muñoz, quedaron atrapados en el crucero durante la cuarentena. Durante casi un mes, el matrimonio permaneció aislado en su habitación sin tener contacto con nadie, mientras leían en las noticias que los casos en el Princess Diamond crecían exponencialmente. "No nos podíamos quejar porque al menos nuestro camarote tenía un pequeño balcón con vistas a la bahía de Yokohama, pero la mayoría de los pasajeros se alojaba en camarotes interiores, lo que les obligaba a pasar las 24 horas del día con luz artificial y sin poder salir", dice Paredes.
Crucero "Grand Princess", Reuters.
Científicos de la Universidad de Umea, en Suecia, han investigado la cuarentena Diamond Princess y están convencidos de que fue contraproducente. "La tasa de infección a bordo del barco fue aproximadamente cuatro veces mayor que la que se puede ver en tierra firme en las áreas más infectadas de China", dice el informe. "Las condiciones del crucero claramente ampliaron una enfermedad ya de por sí fácilmente transmisible. Si se hubiera desalojado el barco al comienzo del brote, se habrían ahorrado gran parte de los contagios", dicen los investigadores, que estiman en 70 los afectados en caso de que hubieran sido tratados en tierra.
La expansión del coronavirus ha golpeado fuerte a los cruceros. Alcaldes y presidentes del Gobierno, que antes concebían estos barcos como una lluvia intermitente de dólares sobre la ciudad, ahora ven en ellos una fuente de situaciones potencialmente catastróficas. ¿Abrir el puerto y contener el brote en tierra o dejar en barco en cuarentena a unas millas de
la costa?, es la pregunta que divide a científicos y políticos. Los primeros apuestan por la contención en puerto, ya que la naturaleza de los cruceros obliga a que los pasajeros pasen demasiado tiempo expuestos al virus, pero los políticos están por aislar el problema lejos de la población.
El sábado, Malta rechazó un crucero de MSC con 2.000 pasajeros en cuarentena voluntaria. Uno de los pasajeros que desembarcó en las primeras paradas dio positivo en Génova y MSC optó por la opción conservadora. Pese a que ninguno de los pasajeros muestra síntomas de gripe, las autoridades sanitarias de Malta han advertido a su gobierno que, si el barco atraca, irán a la huelga inmediatamente. Algo semejante sucede en Egipto, donde cerca de 200 personas aguardan la cuarentena en un pequeño crucero que recorre el Nilo.
En estas circunstancias, se ha trasladado a la sociedad la idea de que sabes cuándo vas a empezar un crucero, pero no cuándo vas a volver a casa. Algunos turoperadores han comenzado a moverse. Carnival Cruises, la mayor empresa de cruceros del mundo, ofrece 200 dólares de gasto en el barco a aquellos pasajeros que no aplacen sus vacaciones. Otras de menor tamaño ofertan cruceros de cinco días por 149 dólares para paliar la caída de clientes.
En España el sector del crucero mueve 1.300 millones de euros al año, lo que significa el 10% de toda nuestra industria turística y da empleo a 30.000 personas. La mayor parte del sector prefiere no hacer declaraciones para evitar el efecto dominó, si bien se admite discretamente una gran preocupación de cara a la temporada alta. "No es un secreto
que en general todo el sector de los viajes está derrumbándose, no tienes más que ir a una agencia de viajes y preguntar", dice Juan Rodero, CEO de 'Un mundo de cruceros', una de las plataformas desde la que más se contratan estos productos. "Pero la situación no es tan catastrófica de momento. Es verdad que los cruceros por el Mediterráneo, especialmente los que pasan por el norte de Italia, se están resintiendo mucho, pero otros destinos están ganando viajeros, como los del Báltico o los del Caribe. Aunque hay una ralentización fuerte, las ventas no están paradas en términos generales, si bien reconozco que hay destinos parados, como la 'riviera' italiana o todo Asia".
Rodero explica que, para evitar cancelaciones, las empresas de cruceros están ofreciendo a sus clientes postergar sus viajes sin coste adicional. "También están bajando los precios, sobre todo en Estados Unidos, porque hay gran temor de viajar a Europa, pero es una política que tiene unos límites, de modo que se están centrando más en la flexibilidad en cuanto a fechas".
Controles en el crucero Diamond Princess. Reuters.
Los españoles suelen comprar sus cruceros de verano en tres oleadas: durante las Navidades anteriores, en febrero y, por último, en las semanas anteriores al viaje. La parte importante, la de Navidad, ha ido "muy bien", pero la segunda oleada "la hemos notado mucho más floja de lo normal", dicen desde la patronal. "Hemos adoptado medidas, como prohibir el embarque a
personas que vengan de China, Corea del Sur, Hong Kong, Macao y varias partes de Italia. Además, hacemos controles de temperatura y estamos descartando a algunos viajes sospechosos", dice Alfredo Serrano, director en España de CLIA, la patronal de cruceros a nivel mundial, "y están surtiendo efecto, si tenemos en cuenta de que solo hay algún caso en 276 barcos que están circulando por todo el mundo".
Los cruceros, a diferencia de los hoteles, hace tiempo que vendieron los tickets de Semana Santa y ahora solo esperan a que pase el temporal antes de que llegue el calor: "Hay mucha incertidumbre y es normal que la gente retrase su decisión hasta el último momento. Yo lo único que puedo decirles es que estén tranquilos, que estamos preparados para hacer frente a este tipo de situaciones, y que aprovechen ahora, que hay unas ofertas muy interesantes para el verano", concluye Serrano.
LOOK: #Coronavirus testing kits are dropped onto the Grand Princess cruise ship stranded off the San Francisco coast.
— QuickTake by Bloomberg (@QuickTake) March 6, 2020
Officials ordered around 3,500 people to stay on the ship to be tested for #covid19 #CoronavirusOutbreak pic.twitter.com/l1SnetVq9T
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