Alemania no terminó de convertirse en líder, y Francia no consiguió el apoyo total de los países miembros. Mientras, Varsovia, apoyada por Estados Unidos, está cada vez más militarizada.
No sería un error decir que, desde su fundación, la Unión Europea ha carecido de un liderazgo efectivo. Más allá de la importancia de la figura de Angela Merkel, y del peso de este país en el continente, Alemania nunca terminó de convertirse en líder de Europa. A su vez Francia, aunque deseosa de liderar, nunca logró obtener el apoyo completo de los demás países miembros.
Hoy, ambos países están en crisis, y lentamente ha surgido otro actor que, aunque incluso suene un tanto descabellado, podría finalmente convertirse en un jugador geoestratégico relevante: Polonia. Su posición geográfica podría convertirla en el pivote geopolítico de Europa, lidiando con Rusia al este y con una Europa en crisis hacia el oeste.
Washington ha estado invirtiendo en Varsovia, aumentando sus capacidades militares y civiles, hasta el punto de decidir, recientemente, financiar un reactor nuclear.
Claro está, la relación no es nueva. Polonia fue fundamental en la ofensiva estadounidense sobre la URSS en el último tramo de Guerra Fría, y sigue siendo un eje central de la política de EEUU hacia Europa.
En suelo polaco existe una fuerte presencia militar estadounidense, y la consolidación de Polonia no solo sería una respuesta a la amenaza rusa, sino también un elemento clave en la estrategia más amplia de Estados Unidos para mantener su influencia en Eurasia y su capacidad de maniobra en la región.
En este contexto, Varsovia podría perfilarse como un actor clave en la redefinición del equilibrio de poder en Europa, considerando que con el respaldo de Estados Unidos se fortalece su posición dentro de la OTAN.
No se puede obviar, en este punto, que hoy Alemania tiene problemas para seguir siendo el motor de la Unión Europea. La guerra en Ucrania la afectó especialmente: en términos económicos en general, pero fundamentalmente a su producción industrial, que se volvió menos competitiva; la profundización de la crisis tiene su contracara en un apoyo creciente a Alternative for Germany (Alternativa por Alemania), partido de extrema derecha, que de alcanzar posiciones de poder podría tener profundas implicancias en el rumbo de la política exterior alemana y su posición en Europa.
Como dijimos, Francia no está mucho mejor, y la situación pareciera ser óptima para el surgimiento de nuevos liderazgos. No obstante, la creciente militarización de Polonia y su estrecha alineación con Estados Unidos podrían generar tensiones dentro de la propia Unión Europea, donde algunos países podrían ver con recelo este fortalecimiento unilateral. La clave para Polonia y, en definitiva, EEUU, sería equilibrar su papel de garantía y fortaleza frente a Rusia al mismo tiempo que ayuda a mantener la cohesión europea, evitando que sus acciones sean vistas como un desafío a la soberanía estratégica de la UE. De lo contrario, no habría nada que liderar.
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