Cecilia Figlioli tiene dos parejas: Juan Pablo y Sebastián, con quienes convive en Ranelagh. En la web y en las redes de “Relaciones abiertas” responde preguntas frecuentes de aspirantes a salir de la monogamia y de quienes ya se animaron.
Por Canal26
Domingo 3 de Mayo de 2020 - 15:16
Cecilia Figlioli, vive con dos novios, Juan Pablo y Sebastián.
Cecilia Figlioli es licenciada en Ciencias Políticas y tiene 35 años. Mucho antes de entrar a la universidad, conoció a Juan Pablo: los dos habían ido al mismo colegio secundario católico, en Berazategui.
Ahora están a punto cumplir 15 años juntos y transitando la primera mitad de su relación fueron una pareja heterosexual y monogámica, lo que para mucha gente sigue siendo la única manera de encarar una pareja. Sin embargo, en 2011 optaron por abrir su relación. Un año después, a su casa llegó su otro novio, Sebastián.
Con este marco, surge inevitable la pregunta: ¿Qué es una relación abierta?. Un modo de vincularse en el que, contrariamente a la monogamia, todos pueden tener más de una relación amorosa y sexual en simultáneo.
Muchos creen que es una forma de infidelidad, de hecho consideran a sus practicantes “cornudos conscientes”. De todos modos, no es lo mismo: hay infidelidad cuando se viola el pacto tácito de exclusividad sexual que las parejas suelen tener.
Las relaciones abiertas, en cambio, requieren el conocimiento y el consenso de todas las partes por lo que, por definición, no hay engaño. Quienes piensan en abrir sus relaciones creen que el otro no es una propiedad por lo tanto el amor debería estar basado en la libertad y no en las limitaciones.
Juan Pablo y Cecilia.
No fue sencillo “salir del clóset” y hablarlo abiertamente. No porque pensaran "mononorma”, o sea, la norma social que sostiene que la única forma legítima y seria de relacionarse es la monogamia. Al comienzo fueron volcando su experiencia personal y sus investigaciones en la web “Relaciones abiertas” y, luego, tuvieron que armar un apartado específico llamado “Policlínica”: un espacio para responder todos los mensajes -con preguntas y temores calcados- que les llegaban todos los días, tanto de quienes ya habían abierto sus parejas como de los aspirantes al poliamor.
Cecilia es mujer por lo que, al tener una relación con más de un hombre a la vez, cargó con prejuicios diferentes: mientras los que estaban con varias mujeres parecían los líderes de un harén o adolescentes eternos incapaces de comprometerse, las mujeres eran -son- señaladas de “putas”, “regaladas”, “promiscuas”. Cecilia habló en entrevista exclusiva con Infobae desde su casa, en Ranelagh. A su lado está Juan Pablo D’orto -36 años, analista de sistemas-, su primera pareja. Ya no viven solos, como al comienzo de su relación. Cecilia tiene dos novios, Juan Pablo tiene dos novias y un novio.
Fuera de plano está Sebastián -36 años, profesor de física-, que no sólo tiene una relación con ella sino también es pareja de Juan Pablo. Hay una cuarta persona que convive en la misma casa: Flor, que también es novia de Juan Pablo. Flor -29 años, fotógrafa- tiene un hijo, al que crían todos juntos. Esos son los vínculos fijos, estables, donde no sólo comparten la crianza sino la economía familiar: por fuera de la convivencia cada uno es libre de tener otras relaciones (en vivo mientras se podía, tecnología de por medio ahora, en tiempos de coronavirus).
Vida familiar.
Si bien el aislamiento por el coronavirus puso en pausa la posibilidad de salir a tener nuevas relaciones carnales, el tiempo muerto se convirtió en un terreno fértil para hacer la previa antes de abrir una relación: proponer el tema en la pareja, ver si el deseo es compartido, blanquear las dudas y los miedos, hacer los primeros acuerdos. Desde que empezó el confinamiento, de hecho, Cecilia y otros integrantes de “Relaciones abiertas”, ya dieron charlas en vivo llamadas “Lesbianas y poliamor”, “celos”, “Las preguntas más comunes contestadas por una familia poliamorosa”, entre otros temas. “¿Cuáles son las 5 preguntas clásicas para abrir una relación y no morir en el intento?”, es el disparador de hoy.
1. ¿Cómo hacen con los celos?
Es “la pregunta del millón”, de hecho Cecilia y Juan Pablo también sintieron celos apenas abrieron la relación. Por eso, con humor y paciencia, pensaron un taller exclusivo sobre el tema y lo promocionaron con la foto de Soraya Montenegro, la villana de “María la del barrio” (el estereotipo de una persona carcomida por celos en un melodrama mexicano).
“Ser celoso o celosa no es un impedimento para abrir una relación”, arranca ella. Y señala dos aspectos a tener en cuenta. El primero es entender que estamos inmersos en una sociedad que tiene una concepción determinada sobre el amor, un muñeco vudú pinchado con mitos: “Si te cela es porque te quiere”. El segundo es saber que los celos se pueden trabajar.
“Los celos no son propiedad únicamente de quienes tienen pareja. Es probable que todos hayamos sentido celos de los hermanos por el amor de los padres, celos entre amigos. Lo que pasa es que, cuando se trata de la pareja, pareciera que los celos no se pueden controlar. Ese es otro de los mitos del amor romántico: que los celos incontrolables son inherentes al amor”, plantea Cecilia.
"Lo importante es ver qué hay detrás de los celos: ¿inseguridad? ¿miedo al abandono? Bueno, no sos una tarada, hay muchos estímulos sociales para sentir eso: tenés que sentirte amenazada si tu pareja se va a jugar al fútbol todos los viernes porque ‘si la está pasando con otros mejor que con vos algo anda mal’. A esto me refiero con los mitos del amor romántico, ¿cómo puede ser que unamos tanto el amor al sufrimiento, la culpa, el padecimiento, los celos, la amargura?”.
Cecilia Figlioli, Juan Pablo y Sebastián.
A quienes están dando incio al proceso de apertura y les escriben en una crisis de celos -casi siempre de madrugada- los ayudan a desentrañar la emoción: “Se puede ir buscando un patrón: ¿qué lo detonó? La mayoría de las veces aparecen por cosas que nos imaginamos que ocurren de una forma, y eso que imaginamos no suele ser lo que pasa sino algo que completa la información que no tenemos con los miedos que traemos en la mochila personal”, suma Juan Pablo. E insiste con que los celos no son una parte inevitable del amor y se pueden trabajar en terapia para vivir con menos sufrimiento (en parejas cerradas o abiertas), porque muchas veces responden a nuestras historias: si crecimos con carencias afectivas o económicas -donde tuvimos que competir por recursos escasos- o si tuvimos experiencias posesivas y violentas con parejas anteriores.
A los nuevos les recomiendan “pequeñas exposiciones” y no encerrarse en el “todo bien con la teoría pero no quiero ver nada”: “Esconderse y no superar el fantasma puede disparar una crisis de celos el día en que uno ve al otro hablando por celular sin parar o arreglado y perfumado para una cita”, dice él. Ella agrega: “Se trata de ir generando acuerdos para saber hasta dónde quiere y puede ir el otro. Hay gente que no siente celos con el intercambio sexual pero sí si llegás a recibir un regalo de la otra persona”.
Una foto de la vida cotidiana.
2. ¿Se puede estar enamorado de más de una persona a la vez?
La pregunta es si es genuino estar enamorado de dos o más personas en simultáneo o si eso es una excusa, falta de compromiso y de decisión.
“Nuestra respuesta es que sí se puede, de hecho nosotros estamos enamorados de más de una persona a la vez. Lo vemos en la literatura: muchas novelas que abordan el cariño, el amor y la sexualidad siempre están pivoteando alrededor de un triángulo, donde te enamorás de una persona por una cosa y de otra persona por otra cosa. Sin embargo, muchos cuentan que están enamorados de más de una persona pero terminan eligiendo una para formalizar una pareja o convivir”, describe él.
De alguna manera, de eso se trata la “mononorma”. Según su glosario, “todo lo que no está dentro de esta estructura es combatido y acusado de perversión”. Juan Pablo sigue: “Está establecido socialmente que pertenecemos a una sola persona, eso el amor. No parece estar bien cuidar o querer a más de una persona a la vez -como sí pasa en la amistad- y yo, sin embargo, creo que eso también es el amor”.
Nuevas formas de pareja.
3. ¿Cómo salimos del clóset?
Querer relacionarse por fuera de la monogamia es una forma de vida, por eso muchos preguntan cómo sacar el tema del tabú: ¿Cómo le cuento a mis padres que voy a ir al asado del domingo con mis tres parejas? ¿Cómo le digo a mis suegros que, además de su hijo, tengo otro novio?
“Hace algunos años, decir que eras poliamoroso era, básicamente, decir que eras pedófilo, enfermo, que no te comprometías con nada, cornudo consciente, ladrón, drogadicto, que no querías a nadie y que tenías sexo con todo el mundo sin protección", ironiza él. "Si bien ha pasado agua bajo el puente, hay mucha gente que puede seguir creyendo que lo que hacemos es ‘algo malo’. Por eso lo mejor es contar lo que hacés, no la etiqueta. En vez de decir ‘soy poliamoroso’ o ‘tengo una relación abierta’ contar ‘en vez de tener una sola novia, hablé con ella y con la otra, y tengo dos novias: todos sabemos, todos estamos de acuerdo y la pasamos muy bien’”. Lo mismo para contárselo a los hijos, obviando cualquier referencia sexual.
No siempre impulsan a contarlo: “Creo que va a llegar un momento en el que a nadie le va a importar si uno es poliamoroso, si tiene una pareja o 10; sólo le va a importar si el otro es feliz. Hasta que llegue ese momento no hace falta ser kamikaze. Si tenés una familia súper cerrada, religiosa, posesiva y estás viviendo con ellos, lo más probable es que sufras violencia con la exposición”.
Lo cierto es que “cómo vivir libremente una relación poliamorosa” es una de la preguntas más frecuentes: “Las personas que prueban y están un tiempo manteniendo relaciones en simultáneo, sean exitosas o fracasen, es raro que después vuelvan a querer ser monogámicos. Por más que vuelvas a tener una sola pareja, algo adentro tuyo cambió. A mí me preguntan ‘¿cómo hacés para conocer a alguien nuevo y decirle que no querés tener exclusividad sexual sin que se espante?’. Yo creo que hay que decirlo sino vas a verte obligada a seguir sosteniendo relaciones de monogamia cuando no es lo que querés”, cierra ella.
Reunión de "Relaciones abiertas".
4. Estamos por concretar las primeras citas. ¿Qué hacemos cuando volvemos?
Las parejas que recién abren la relación suelen hacer preguntas comunes: “se va a una cita, ¿está bien si no vuelve a dormir a casa?”, “salió a un encuentro y se emborrachó mal, ¿debería preocuparme?”.
“No hace falta saber todo ni estar en todo de acuerdo. Hay que poner algunas reglas pero saber que esas reglas van variando porque no sabés cómo te vas a sentir, qué te puede incomodar y qué no. Nosotros al principio nos contábamos todo, después no. Es cierto que muchas veces uno quiere saber o que vuelva a dormir a casa como una forma de control, para corroborar que no te van a dejar por la otra persona. Puede pasar al comienzo, después te das cuenta de que no te interesa”, piensa Cecilia. Y enumera otras reglas que suelen ponerse al comienzo y luego se deshacen: en quienes no conviven, por ejemplo, llamar antes de irse a dormir después de una cita, o “los fines de semana son nuestros".
“Hay que tratar de ser más pacientes”, propone él. “Venimos con el chip sobre cómo amar a una sola persona y nos equivocamos todo el tiempo, imaginate con las relaciones abiertas. Es normal que todo salga raro al principio. Es como cuando tenés sexo por primera vez: por lo general no sale tan bien y no por eso dejás de hacerlo”.
Otra pregunta entre las parejas que conviven es: “¿Cómo hago para ver a la otra persona? ¿Siempre tengo que irme de casa?”. Contesta Juan Pablo: “Acá, al principio, algunos días yo me iba y ese día venía el otro novio de ella. Creo que si hay un acuerdo para abrir la relación, hay que dar espacio al otro”. Y se refiere a que si se trata de una pareja con hijos donde la mujer se queda en casa y asume toda la carga de las tareas de cuidado, “esas desigualdades deben ser tenidas en cuenta”. ¿Cómo? Asumiendo las tareas para que la otra persona también pueda salir y tener más chances de conocer gente, por ejemplo.
Crianza de los hijos.
5. ¿Se puede tener hijos y mantener el poliamor o hay que “sentar cabeza”?
“Claro que se puede. Para mí es una elección de vida, como para otras personas es la vida monogámica. No es algo que ‘ya se te va a pasar, cosas de adolescentes’. Cuando tengamos un hijo creo que se nos va a hacer más fácil porque al ser cuatro las tareas domésticas y de cuidado están repartidas”, cierra Cecilia. ¿Y quienes piensan en abrir la relación pero seguir conviviendo de a dos? “Creo que una pareja sí puede tener hijos y mantener otras relaciones en simultáneo, siempre y cuando las obligaciones de crianza estén compartidas. Sino va a ser posible solamente para una persona de la pareja, que en general es el varón”.
Juan Pablo se despide con una reflexión: “Muchos creen que estás de joda y el poliamor se acaba cuando tenés hijos. Creo que si realmente te querés vincular de esta forma lo mejor que podés hacer es vivir la vida que querés, porque le vas a enseñar a esos chicos que vivir la vida que uno quiere es algo posible. Es mucho mejor que un chico vea a un padre realizado que a uno frustrado y esto no solo vale para abrir una pareja: vale para dejar ese trabajo que odiás y también para separarse”.
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