El navegante australiano se cansó de la oficina y decidió salir al mundo. Sin embargo, al aventurarse en una de sus travesías más soñadas por el océano, en México, se encontró envuelto en su peor pesadilla
Por Canal26
Lunes 24 de Julio de 2023 - 23:52
Tim Shaddock es el náufrago australiano, el hombre que eligió cambiar el rumbo de su vida tras sentirse atado a lo que significa vivir de traje y corbata, atrás de un escritorio, representando a una gran empresa del mundo tecnológico. Al principio, Shaddock cambió la oficina por lugares remotos perdidos en la naturaleza en las profundidades de Asia, tiempo después, cambió las montañas por el mar; ese mismo que casi le pone fin a su vida de forma trágica.
Fue en 2020 y en pleno período de pandemia, cuando decidió tener un nuevo estilo de vida y su camino lo llevó hasta México. Allí estuvo cerca de dos años con diversas vivencias que le abrieron nuevos rumbos hasta fijarse un nuevo objetivo; una nueva ruta por mar, desde La Paz, en Baja California Sur, hacia la Polinesia Francesa.
Shaddock partió decidido, sin embargo, a casi 2.000 kilómetros mar adentro, una fuerte tormenta azotó su embarcación arrancando la vela del mástil y arruinando el motor del barco. Luego de 90 días de naufragio en el Pacífico, el pasado 12 de julio él y su fiel mascota "Bella" fueron encontrados por un atunero mexicano. Aún recuerda como si se tratara de un "presente" sus días a la deriva por el ancho mar después de haber sobrevivido a base de pescado crudo o algunas aves que se paraban sobre el catamarán.
Actualmente, el náufrago australiano de 54 años proveniente de Sídney se encuentra en Manzanillo (Colima, Mx.)desde donde busca recomponer su salud mientras trata de solucionar su situación migratoria. Los tres meses perdido en el mar junto a Bella fueron un episodio en su vida que lo marcarán para siempre; “estoy muy bien. Estuve cuidándome aquí. Estoy muy agradecido con México y con toda la gente que me salvó la vida. Estoy mejor aquí que como estaba en el mar”, comenta durante una entrevista.
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Primero fue la decisión de modificar su vida y la posibilidad de "teletrabajar"; eso lo llevó a emigrar de su tierra natal hacia los Estados Unidos. La pandemia del COVID-19 recién empezaba a brotar pero al poco tiempo aumentaron las restricciones y Shaddock ya no pudo regresar a su país.
Como la estadía permitida por su visa de los EEUU llegaba a su fin, decidió viajar a Querétaro, en México. Allí trabajó de forma remota y fue conoció a su compañera, su perrita Bella. Habiendo estado en las montañas de San Miguel Allende, recuerda, “Me seguía a todas partes. Y pensé: ‘No puedo tener un perro”. Pero Bella insistía en acompañarlo.
Después de tres meses en la frontera mexicana, empezó a ponerse nuevos objetivos: viajó a Puerto Vallarta en la localidad de Jalisco, en donde se compró un catamarán al que puso de nombre, Aloha Toa, y lo convirtió en su hogar: “Una vez que empecé a vivir en el barco, era muy difícil trabajar en remoto”, por el tema de la conectividad.
Fue en ese entonces cuando Shaddock empezó a planificar su nuevo viaje; ahora sí, para adentrarse en el océano. “Cuando compré el barco estaba llegando el verano y la temporada de huracanes. Tuve que quedarme ahí (en Puerto Vallarta), y esperar a navegar a La Paz a través del mar de Cortés”. Durante el primer año varado en Puerto Vallarta, empezaron los trabajos para adaptar el catamarán para la travesía. “Tenía que tener una manera de asegurarme de que solo usaría combustible para entrar y salir de puerto y y navegar (con vela) el resto del tiempo y el agua”.
Los preparativos para el largo viaje incluyeron un GPS, varios celulares que servían como respaldo para utilizar la localización: “Sabes que no puedes llamar con ellos [con los teléfonos], pero el GPS sigue funcionando si tienes mapas descargados”. A pesar de toda la preparación y los planes de contingencia, el María Delia fue la única embarcación en acercarse hasta su posición y si gran "salvadora".
“Gracias a Dios se dio la posibilidad de que lo rescataran. Está raro, si a nosotros nos cuesta conseguir comida tres meses acá (en tierra), imagínese allá...”, comenta René Tapia, ex tripulante de Grupomar, la empresa dueña del María Delia, embarcación que rescató al australiano varado en el océano. Tapia, recordando el día que Shaddock llegó al puerto después de tres meses, compartió que casos como ese suelen ocurrir en las travesías de "20, 30 o 50 días", donde a los navegantes se les rompen los motores de sus embarcaciones y quedan a la deriva.
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Arroz, atún, conservas, fueron algunas de las raciones que guardó Shaddock antes de comenzar el viaje. No siempre recurría a la comida que había traído de tierra, ya que su principal objetivo era subsistir de la pesca. Si un día no había suerte, entonces recurría a sus reservas. “Mi perra y yo comíamos juntos y bebíamos agua juntos de una taza. Ella siempre comía conmigo. Yo comía un poco y luego le daba un poco a ella. Si tenía pescado, cortábamos el pescado y ella se lo comía, con espinas y todo”, añadió.
Con pescados obtenidos con un fusil de pesca, patos degollados y tiburones pequeños cazados con un sedal, el australiano y su mascota pudieron subsistir durante tres meses en el agua. Durante algún tiempo, comenta, estuvo cocinando siempre todo lo que pescaba, pero en un corto período los artefactos que utilizaba se averiaron, teniendo que empezar a comer la carne cruda.
Shaddock, diagnosticado de cáncer en la década del 90, cambió su dieta regular a una crudivegana que fue alternando con el tiempo. Esta dieta se basa en consumir únicamente alimentos crudos de origen vegetal, pero el hombre afirma “Siempre volvía a la carne si me quedaba muy delgado, como ahora”.
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El 7 de julio empezó a formarse el huracán Calvin a 300 kilómetros de la costa de Manzanillo. En su ruta al Pacífico, empezó a perder fuerza, aunque llegó a alcanzar ráfagas de 150 kilómetros por hora. El 12 de julio, a 200 kilómetros de la costa de Colima, Shaddock seguía a la deriva viendo a los ojos al huracán pasar.
“Es una situación complicada. Cuando la tormenta llega, tus opciones son mínimas. No hay forma de que puedas hacer mucho en el barco”, comenta sobre el desenlace que pudo haber sido fatal.
Para lograr finalmente su rescate, un helicóptero que recorría la zona encontró desde el aire a la pequeña embarcación del australiano y dio aviso al atunero María Delia, que era el más próximo al lugar del naufragio. Así, una lancha del buque se acercó al Aloha Toa para rescatar al hombre con su mascota.
“Tenía que tomar una decisión. Si no iba con esta gente, ¿sobreviviría? Se hizo evidente que probablemente no”, rememoró sobre el momento en que subió a la lancha, y cuando llegó hasta el buque, se largó a llorar por entender que se encontraba todavía con vida, sano y salvo.
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Bella, la fiel compañera de Shaddock, fue vista en mejores condiciones que su dueño cuando ambos fueron rescatados. La atención la recibieron ambos, y el navegante del atunero, Genaro Rosales, se encargó de curar las heridas de la perra. Al ver el cariño y cuidado con la que Rosales trataba a Bella, Shaddock tomó la decisión de obsequiársela, también a modo de agradecimiento por haber salvado su vida. “Amaba a Bella, y yo estaba feliz de que fuera con él”, así, Rosales terminó adoptando a Bella en esta última semana.
"Es más fuerte que yo", confesó Shaddock sobre Bella, luego de hablar sobre ella y cómo la encontró en San Miguel Allende. En Australia existen las restricciones que impiden importar perros y gatos, y eso fue un determinante a la hora de encontrarle un nuevo dueño a su mascota. ”Si hubiera sido fácil llevarla a Australia, tal vez habría pensado en quedarme con ella. Pero Australia es un continente insular y no tienen nada parecido a la rabia [principal razón por la que el país impone restricciones a estos animales] ni nada por el estilo. Estuvo conmigo en el mar durante tres meses. Eso es suficiente cuarentena. Quería que ella fuera feliz. No quería hacerla pasar por todas esas cosas”.
Ante la inquietud de un alma de navegante, se le preguntó a Shaddock: ¿Volverá a navegar?
"Creo que navegaré en el futuro, aunque probablemente en un barco más grande. Quizás en un crucero, sentado en mi sillón, comiendo mi comida y con aire acondicionado".
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