El médico y dueño del Grupo Insud reveló que están analizando la efectividad de un antiparasitario veterinario que también se indica en humanos para sarna y pediculosis y de un suero equino hiperinmune que hasta hoy se usaba para fabricar antiofídicos y contra el botulismo.
Por Canal26
Lunes 25 de Mayo de 2020 - 12:11
Hugo Sigman.
Hugo Sigman habló sobre los avances en la búsqueda de una vacuna contra el coronavirus. “La ciencia mundial está trabajando de manera mancomunada y sin miserias contra el virus, algo que la política debiera imitar. Por esa misma razón es inaceptable utilizar a la pandemia como un argumento político”, explicó.
Sigman, propietario y director del grupo Insud en la Argentina, habló con Infobae de las investigaciones de su grupo que se basa en ivermectina, el conocido producto antiparasitario de uso veterinario utilizado también en humanos para sarna y pediculosis. Además hay otro proyecto de Inmunova, donde participa Insud, el cual desarrolló un antígeno por ingeniería genética que inyectada en caballos produce un suero hiperinmune. Estos avances podrían permitir frenar el avance del virus en épocas tempranas.
Respecto a la enseñanza que dejará la pandemia, comentó: “La pandemia está caracterizada porque estamos viviendo un momento de gran incertidumbre. Si lo analizamos desde el mecanismo de producción de la enfermedad, lo que se llama la fisiopatología del virus, la verdad que nada está claro. No está claro cómo este virus enferma a las personas; no está claro por qué afecta a algunas edades y a otras no; no está claro por qué algunas personas levantan anticuerpos y un tercio de las personas no lo hacen . No se sabe cuánto va a durar la inmunidad; no se sabe si vendrá una segunda ola de pandemia o nos quedaremos aquí. Algunos piensan que el virus tiene un ciclo de vida determinado y se acaba después de un tiempo. Desde el punto de vista de la enfermedad en sí misma hay muchas dudas y pocas certezas. Y esto también se hace extensivo a los tratamientos.”
Sobre las investigaciones que se realizaron para encontrar una vacuna, comentó: “Empiezo por enumerar las primeras experiencias, la hidroxicloroquina, con la asociación de antivirales como el ritonavir y lopinavir (la asociación de ambos se llama caletra), los trabajos con interferón, los fármacos hipertensivos, y otros ya conocidos como la colchicina por su efecto inmunomodulador. A medida que cada médico iba imaginando una causa que podía ser responsable de la enfermedad se imaginaba qué medicamento podía ser efectivo para atacar esa causa. Luego se hicieron numerosos experimentos con antivirales nuevos como el remdesivir; incluso cuando se vio que los pacientes -primero en Italia y luego en Estados Unidos- hacían microembolias, empezaron a usar heparinas de bajo peso molecular; pero ninguno de todos estos tratamientos fueron protocolos clínicos muy sistematizados; la mayoría fueron protocolos con pocos pacientes. Hoy existen algunos estudios más sólidos como Solidaridad - un trial clínico internacional que impulsa la OMS junto a más de 10 países entre ellos la Argentina- donde se compararán cuatro opciones de tratamiento para evaluar la eficacia relativa de cada una de ellas frente a la COVID‑19: remdesivir, cloroquina o hidroxicloroquina, lopinavir con ritonavir y lopinavir con ritonavir más interferón beta‑1a. Y también se comenzaron a hacer estudios más numerosos y bien diseñados como el del Hospital Clinic de Barcelona, con hidroxicloroquina, en más de 300 pacientes”.
“Un estudio reciente que hizo el MIT concluyó que es muy probable que no sea a través de un solo medicamento que se resolverá los efectos del virus sobre el organismo; lo que habrá que buscar será la combinación entre varios ante el cuadro muy polifacético que presenta la enfermedad; también se está investigando con plasma de convalecientes que es un recurso que me parece muy interesante”, agregó.
Al ser consultado sobre los proyectos que realiza su empresa, dijo: “Efectivamente, sobre el primero, el de la ivermectina, una universidad australiana hace aproximadamente 60 días - la Universidad de Monash, en Melbourne- publicó con mucha repercusión un estudio donde infectaba células Vero con el virus del COVID-19 y después las trataba con ivermectina. La ivermectina es uno de los productos más usado en veterinaria y fue descubierto en 1975, por Satoshi Omura y por William Campbell, ganadores del premio Nobel por ese descubrimiento. Se ha usado también en humanos en algunas indicaciones como en la llamada enfermedad de los ríos, una parasitosis transmitida por una mosca que produce ceguera, en filariasis, en sarna y también en pediculosis. Los investigadores australianos dividieron las células en dos grupos: a uno no le daban nada y al otro grupo lo trataban con ivermectina. En el grupo al que no le daban nada, el virus se replicaba mucho y la célula moría. En cambio, al grupo que le daban ivermectina, el virus dejaba de replicarse y las células sobrevivían perfectamente”.
“Nosotros tenemos bastante experiencia, por nuestra compañía Biogénesis, en el uso veterinario de la ivermectina. Y también tenemos experiencia en el uso humano, porque venimos trabajando desde hace años en una asociación de la ivermectina con otro antiparasitario, que con una sola toma pueda tratar al 95% de todos los parásitos que pueden afectar a los seres humanos. Principalmente lo estamos haciendo en una cooperación pensando en el continente africano. Para hacer esta combinación nosotros teníamos que usar dosis más altas de ivermectina -hasta ahora lo aconsejado en seres humanos eran 150 microgramos por kilo de peso- y nosotros teníamos que usar en el estudio para COVID-19- 600 microgramos por kilo de peso. Hicimos todos los estudios de bioseguridad y avanzamos sin problemas en nuestro universo de estudio, y resultó ser una dosis segura”, manifestó.
“Se trata de un medicamento muy barato y seguro, y si el estudio clínico es positivo podría ser usado cuando una persona va a cuarentena porque estuvo en contacto con un enfermo, y también para el personal de salud en contacto con pacientes con COVID-19. Los resultados los tendremos aproximadamente en 45 días, por eso hasta ese entonces hay que ser prudentes para no crear falsas expectativas”, explicó.
Al hablar del otro proyecto, explicó: “Se trata de otro proyecto de investigación que aún no tiene presentado un protocolo pero que tenemos muy avanzada. Y nos tiene tan entusiasmados como la generosidad con la cual se ha expresado el ministro Ginés González García sobre esto. La empresa Inmunova -en la que participa el Grupo Insud- desarrolló un antígeno (proteína RDA) por ingeniería genética que inyectada en caballos produce un suero hiperinmune. La producción de este antígeno ya demostró ser capaz de tratar la toxina Shiga -responsable del Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) - y ya recibió para esto la aprobación de la autoridad regulatoria europea (EMA) y de la FDA (Estados Unidos).”
“Además la producción de sueros equinos hiperinmunes se utiliza desde hace años para el tratamiento contra el veneno de serpientes y alacranes o contra la toxina tetánica o contra el botulismo. Es decir que en nuestros equipos, tenemos esa experiencia en la producción de sueros equinos hiperinmunes. En el caso de la COVID 19 hay un dominio del virus que es la proteína RDB y que es la responsable de la respuesta inmunitaria del virus, pero no enferma. Es la misma estrategia que se usó para la vacuna recombinante de la Hepatitis B. Nosotros hemos desarrollado la proteína RDB por ingeniería genética - ya la hemos fabricado- e inyectamos a los caballos esta proteína y hemos determinado que hay una respuesta muy buena de anticuerpos. Lo que todavía no sabemos es si estos son anticuerpos neutralizantes del virus o no”, aseveró.
Sobre si estos proyectos tienen éxito, reflexiona: “Si esto funcionara es un recurso extraordinario para usarlo en los inicios tempranos de la enfermedad , y si los anticuerpos del suero de caballos neutralizan el virus se conseguiría probablementre evitar el progreso de la enfermedad y que las personas se enfermen severamente. Sería un recurso similar al plasma de pacientes convalecientes.”
Al finalizar reflexionó sobre lo que dejará la pandemia: “La pandemia puso en evidencia dos cosas: la primera, la calidad del sistema científico argentino; y lo segundo es un modo de trabajar que habría que extenderla a otras áreas de la vida argentina. Existe hoy una enorme colaboración entre el sector público y el sector privado, entre los ministerios nacionales - Salud, Ciencia y Tecnología- con el INTA, con el Instituto Leloir, con universidades, con investigadores del Conicet, con hospitales, con clínicas privadas... lo que demuestra que tenemos un sistema científico que cuando lo estimula y lo dinamiza un poco, resurge con mucho vigor y con un espíritu colaborativo”.
“Tener una industria nacional farmacéutica vigorosa es muy importante para un país y esto ocurre con creces en el caso argentino. Poder asegurar el suministro de medicamentos, que invierta, que exporte, que compita nacional e internacionalmente es algo que hace y fortalece la defensa nacional. Tanto Europa como Estados Unidos que vieron su dependencia de suministros en esta pandemia han decidido reforzar su industria con medidas proteccionistas y con subsidios inteligentes que estimulen la producción nacional. Es necesario que nuestro país recorra el mismo camino”, cerró.
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