Se trata de Eduardo Lorenzo, denunciado en la justicia canónica y penal. Lo señalan por corromper y abusar de adolescentes de un grupo parroquial de Gonnet.
Por Canal26
Miércoles 27 de Marzo de 2019 - 11:30
Eduardo Lorenzo, capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), confesor de Julio César Grassi, también se encuentra actualmente -como el cura fundador de Felices Los Niños condenado a 15 años de prisión- denunciado por abuso sexual y corrupción de menores.
El religioso fue acusado directamente por una de sus víctimas.
Desde el SPB comentaron que Lorenzo aún continúa en su puesto de capellán porque "la causa fue archivada y no encontraron nada en su contra".
También afirmaron que, en caso de ser culpable del delito por el que se lo inculpa, lo apartarían inmediatamente de su puesto. Entre tanto, el abogado de León, uno de sus denunciantes, reimpulsó el caso.
León ya tiene 26 años, vive en la casa de sus "padrinos" en la localidad bonaerense de City Bell. Se trata de una pareja con cuatro hijos, católicos muy creyentes, que lo acompaña desde cuando era chico y estaba en situación de calle.
A los 9 años León, que oculta su verdadera identidad ante la prensa pero no ante la justicia, dejó de vivir con su familia. Había demasiados hermanos -seis- y pocos recursos. Tenía que salir a probar suerte para conseguir una vida mejor. Recorrió varios barrios de la zona sur cercana a La Plata, hasta que se afincó en City Bell, porque encontró vecinos solidarios. Se las arreglaba cuidando autos o llevando bolsas en un supermercado. Al principio, los empleados desconfiaron de él, pero después se encariñaron. El poco dinero que conseguía lo repartía con otros chicos a los que llama sus "hermanos de la calle". También, de vez en cuando, volvía para dejar algo en su casa.
Hace mucho tiempo, durante uno de los viajes que León hacía con otros jóvenes para misionar, el cura que estaba a cargo murió de un ataque al corazón. "No sabíamos que estaba enfermo, era muy reservado- recuerda León. Ahí fue que llegó el cura nuevo, Eduardo, y todo cambió", lamenta.
Si bien admite que "no quiere decir nada", algo que le llamó la atención de Eduardo Lorenzo fue que no llevaba ropas de cura, lo mismo que su manera de hablar, que era -según el joven- muy ruda.
Los primeros movimientos de Eduardo Lorenzo en la comunidad marcaron un cambio para León.
"Quiso dividirnos, y lo logró. Seleccionó a un grupo de cuatro chicos de entre los misioneros y nos hablaba mal de los otros: empezó a hacer diferencias. Te seducía, decía que era mejor estar con él que cantando en el coro con los otros y tocando la guitarra. Primero me convocó a mi, porque me conocía más. Yo estaba en el hogar y además ayudaba en la misa y en las bodas. Fui una carnada para atraer a los demás", recuerda el joven.
El religioso, por lo general usaba el recurso de victimizarse para atraer a los adolescentes varones: "Vení, que el padre Edu se siente solo, que no lo visita nadie", escuchaban. "Los chicos venían, pero algunos, que eran más inteligentes, se daban cuenta enseguida de que había algo raro y se iban. Entonces él los crucificaba, los trataba de traidores. A las chicas no las quería en el grupo, las
odiaba", contó León.
Los encuentros eran en la casa de Lorenzo, que gozaba de intimidad y secreto para lo que hacía tras lograr el desalojo de otro sacerdote que vivía allí.
Esto, a pesar de que las instalaciones de la parroquia tenían salones adecuados para actividades comunitarias. "Siempre había alcohol. Nos controlaba, sabía nuestros horarios, teníamos que ir todos los días. Hablaba siempre de sexo, del tamaño de los penes comparado con el modelo de los autos. Nos pedía que los mostrásemos. También trajo una mesa de ping pong y organizaba campeonatos para atraer
más chicos", explica León.
Posteriormente se sumó a las reuniones un hombre mayor, ciego, amigo del sacerdote. "Se llamaba Toni. Empezó a actuar de entregador. Asumía que si estábamos ahí, por algo era. También nos hablaba de sexo todo el tiempo, y trataba de convencernos de que no había nada de malo en que tuviéramos sexo con Eduardo. Él se acostaba con el cura", contó León.
"El padre Edu nos daba besos en la boca. A mi me cuestionaba, me decía que me iba de ahí con una calentura tal que cuando volvía al hogar seguramente tenía sexo con mi compañero de cuarto. Y que entonces por qué no quería con él", dijo León.
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