*Por Eduardo Amadeo
La palabra más mencionada en las encuestas previas a las elecciones PASO y en las conversaciones cotidianas de las personas ha sido "futuro", repetida en diversas expresiones que muestran su carencia: inseguridad, soledad, tristeza, miedo, cansancio.
Con todas estas palabras, las personas expresan la enorme incertidumbre acerca de que sucederá con sus vidas, sus familias y el país en general, en dimensiones que incluyen lo económico, pero que van mucho más allá.
La educación de sus hijos, el miedo por la salud o por el delito que los abruma y las dudas sobre la inflación o el destino de sus empleos y negocios son el tema principal de todas las conversaciones, a las que se agrega la indignación por todas las muestras de soberbia e insensibilidad del oficialismo en medio de la pandemia.
La respuesta adecuada para este clima social por parte del Gobierno debería haber sido, ante todo, decir claramente que se escucha y que se tiene conciencia de estas sensaciones y realidades; poner la palabra "futuro" en todos los mensajes y hacer lo posible para -al menos- mostrar que se inicia un camino para revertir cada uno de estos errores que angustian al ciudadano común.
En lugar de ello, toda la campaña estuvo concentrada en agredir al adversario hablando del pasado, en dar mensajes de fuerte contenido ideológico y sobre todo en confiar en el folclore partidario y en los aparatos políticos para lograr votos.
No hubo ninguna indicación de sensibilidad, de estar cerca, de escuchar y de asegurar que se había aprendido de los errores. Y así les fue.
Pero peor aún ha sido la reacción posterior a la derrota. Hubo solo una frase del presidente Alberto Fernández que de manera muy liviana intentó reconocer estos errores, cuando dijo: "Algo habremos hecho mal".
Sin embargo, no pudo mencionar las palabras ni hacer gestos que lo hubieran acercado más a la gente y que hubiesen mostrado que efectivamente este movimiento que se dice "nacional y popular" es algo más que un aparato burocrático al que solo le interesa el poder.
La vicepresidenta Cristina Kirchner, que nunca en su vida política mostró tener sensibilidad humana, confirmó la sordera a las tristezas de la gente armando un escenario lamentable en el que lo único que se discute es el poder en sus expresiones más brutales.
Comienzan entonces a aparecer poco a poco las propuestas oficialistas para revertir la derrota, centradas solo en diversas formas de repartir dinero a los más pobres, sin entender el limitado efecto de esa medicina.
No entienden que además del peligro de más inflación, las demandas que expresan las palabras que mencionamos más arriba no se resuelven con dinero sino con un proyecto de largo plazo que muestre un horizonte diferente y más humano.
Pero además de esta insensibilidad, están atados por la ideología que les impide mencionar ideas como inversión, educación de calidad, propiedad privada, represión al delito, ataque frontal a la corrupción, ética de los funcionarios y otras tantas que lejos de ser de "derecha" o de interés de los "ricos" son las que generan algún horizonte para construir precisamente un futuro.
El nuevo jefe de Gabinete ha gobernado su provincia -Tucumán- precisamente con los principios que solo pueden profundizar la pobreza y no brindar respuestas a la necesidad central de nuestros ciudadanos. Más aún, Juan Manzur no puede pronunciar ninguna de las palabras que los argentinos necesitan para saber que podrán salir de este drama.
Basta ver que sucede en su provincia con la pobreza, la educación, la inseguridad y la peor politiquería para anticipar como será su acción.
Es muy posible que en noviembre el mensaje de los votos sea aún más duro para el Gobierno y que por tanto entremos en una larga agonía de difícil salida.
Por el bien de millones de personas que no pueden seguir viviendo en estas condiciones es de esperar que el kirchnerismo entienda ese mensaje, deje de lado su ideología primitiva y comprenda que no alcanza con la politiquería, los punteros o el discurso agresivo de Cristina Kirchner para darle algún horizonte a una Argentina que hoy no lo tiene.
(*) - Eduardo Amadeo es ex diputado de la Nación y dirigente de Juntos por el Cambio.
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