Las tensiones para poder avanzar en la aprobación de la Ley Impositiva sirvieron, sirven y servirán para tener proyecciones de cómo será la relación de Kicillof con su propio espacio pero también con la oposición.
Ley Impositiva de la Provincia de Buenos Aires
Por Sebastián Dumont
Las tensiones esgrimidas durante este tiempo para poder avanzar en la aprobación de la Ley Impositiva bonaerense sirvieron, sirven y servirán para tener proyecciones de cómo será la relación del gobernador Axel Kicillof con su propio espacio político pero también con la oposición dominada por sus propias internas para capturar la representación del sello que aseguran tiene más de un tercio de apoyo en el territorio. La foto con Alberto Fernández es leída como una señal de debilidad sumado al auxilio que recibió de Cristina Fernández de Kirchner para que se activen resortes en el propio oficialismo. La tensión con los intendentes, la desconfianza con Massa y la extraña relación con Máximo Kirchner pintan el mosaico de relaciones del flamante mandatario provincial. A ello se suman las dificultades para encontrar el interlocutor valido con Juntos por el Cambio.
Un dato distintivo que no fue esgrimido con demasiados detalles es la necesidad de avanzar en una ley para aumentar la recaudación pero sin especificar cómo se gastará ese dinero. Hay que recordar que no se ha elaborado el proyecto de presupuesto para 2020. Todo en el marco de la provincia en emergencia. Fueron muy pocos los diputados que hicieron referencia a dicho punto.
No es sorpresa. Fue advertido desde este mismo espacio varias veces durante la campaña electoral pasada y, sobre todo, cuando se produjo el triunfo del Frente de Todos. Los movimientos de Alberto Fernández permitían observar, con mucha claridad, su idea de replicar el armado político que había desplegado Néstor Kirchner cuando asumió la presidencia. Sobre todo en su relación con el peronismo bonaerense. ¿De qué se trataba? De establecer un vinculo directo entre el presidente y los intendentes a los fines de no permitir que el gobernador pueda armar su propio esquema como había hecho Eduardo Duhalde con Menem.
Aquello se efectuó de la manera más lineal posible, es decir, la transferencia de obras públicas para los municipios desde el Ministerio de Planificación Federal. Ahora Alberto Fernández profundizó esa mirada al poner al frente del manejo de las Obras a un intendente como Gabriel Katopodis. Pero no es el único detalle ya que Gustavo Arrieta, jefe comunal de Cañuelas hasta el 10 de diciembre pasado, asumió como titular de Vialidad Nacional. La contracara la mostró Axel Kicillof quien les dijo en la cara a los jefes comunales que no habría lugares de relevancia para ellos en la primera línea del gobierno provincial. Sigue los consejos de Cristina Kirchner quien nunca aceitó sus vínculos políticos con los Barones del Conurbano. Su visión de ellos se reduce a meros “punteros” que recolectan y cuidan los votos el día de la elección. No mucho más que ello. Es, de mínima, una mirada miope. Hay muchas comprobaciones empíricas donde se demuestra que el rol de los alcaldes quizá no alcance para sumar pero si para restar y complicar. Dominan su territorio atravesado por “minas explosivas” todo el tiempo. De ellos depende que estallen o no.
En los días que pasaron, las miradas apuntaron al intendente de José C. Paz Mario Ishii porque el diputado provincial que le responde José Pérez no llegó a tiempo para dar quórum en la frustrada sesión del 26 de diciembre. La preocupación llegó al más alto nivel del poder donde el propio Ministro del Interior Wado de Pedro se comunicó con el legislador para cerciorarse de la existencia o no de un conflicto político con el gobernador. No hizo falta la respuesta. Los hechos estuvieron a la vista pero con detalles particulares. Creció la idea que, si la sesión finalmente se hacía y la ley se hubiera aprobado sin cambios, el remedio podría haber sido peor que la enfermedad. “Kicillof se hubiera enfrentado a su propia 125” expresaron en el peronismo bonaerense. De allí surge cierta desconfianza en el entorno del mandatario provincial sobre el rol de Sergio Massa al vincularlo como uno de impulsores de la sesión frustrada a sabiendas que pisaría en falso. Extraña manera de debutar para la espada legislativa de Kicillof, Carlos “Cuto” Moreno.
Sergio Massa es otro de los referentes importantes del Frente de Todos que no tiene representantes propios en el gobierno provincial. Todo lo contrario a lo que sí sucede con Alberto Fernández en el gobierno nacional. El grueso del Frente Renovador ha desembarcado en el Ministerio de Transporte. Además del ministro Mario Meoni, gran parte de la representación territorial fiel a Massa desde el 2013 esta asumiendo cargos en la Administración de los Ferrocarriles. Allí asumió como titular Martín Marinucci, joven y experimentado dirigente de Morón. Junto a él han llegado referentes massistas de Malvinas Argentinas, Escobar, San Miguel, José C. Paz como así también el ex senador provincial Fernando Carballo. En los próximos días, asumirá la titularidad del BICE José Ignacio De Mendiguren junto al ex ministro de Economía Miguel Peirano.
Otro detalle que no deja de llamar la atención es la razón por la cual aún no ha llegado el nuevo titular de Lotería Provincial. Sobre ese tema Axel Kicillof reconoció que el acuerdo lo excedía pero que estaba dispuesto a cumplirlo. Por ahora nada de eso sucedió. Como tampoco el nombramiento de titulares en organismos provinciales que tienen manejo importante de presupuesto. Por otra parte este miércoles se publicaron en el boletín oficial los nombres de los representantes del poder ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. Entre ellos están el ministro de Justicia Julio Alak y el Secretario General de la Gobernación Federico Thea, el hombre del gabinete vinculado a Mario Ishii, aunque esta designación no puede ser interpretada como un gesto al barón de José C. Paz.
Alberto Fernández activó sus viejos y permanentes contactos con intendentes como Gustavo Posse. Fue al primero que llamó para ir al auxilio del gobernador. La elección del alcalde no debiera sorprender, se conocen bien desde los tiempos de las transversalidad K donde se incorporaron radicales al oficialismo. Recuerdos que habrían estado en las charlas que mantuvieron Fernández y Posse en las oficinas de Puerto Madero previo a la asunción del Jefe de Estado. Tras ello, hubo gestos concretos, en diputados bonaerense el intendente de San Isidro mandó a sus representantes a armar bloque propio junto a los ligados a Emilio Monzó.
Ese punto es destacado para entender la interna del Juntos por el Cambio en la provincia. Axel Kicillof se siente más cómodo negociando con María Eugenia Vidal. Las versiones que la ex gobernadora no haría más política en el territorio que gobernó se la atribuyen al propio Emilio Monzó que prepara acto en Carlos Tejedor para los próximos días. Sobre ellos pivotea Horacio Rodriguez Larreta que ya comenzó a tener reuniones con referentes de la provincia de Buenos Aires para armar su despliegue. Cree que hay cinco dirigentes que no pueden faltar. Aseguran que no hará nada en contra de Vidal. Es más, ya hay quienes sostienen que ella es la única que puede encabezar la lista de diputados en 2021 y asegurar un piso de 35 puntos. Una incógnita de los prematuros movimientos en la oposición bonaerense: ¿Se darán en función de un proyecto presidencial propio o algunos estarán dispuestos a ser parte de un dispositivo que le sirva a Alberto Fernández en caso de tensionar su vínculo con el cristinismo duro?. Como siempre, la provincia de Buenos Aires sirve de espejo nacional. Por ahora, para ese interrogante no hay respuesta.
*Sebastián Dumont, periodista de Canal 26
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