Por Nicolás García.
El cierre del 2020 nos regalo una realidad totalmente diferente a la que estábamos acostumbrados. Un año distinto, difícil y que nos tuvo viendo fútbol entre brindis y brindis. El fútbol argentino en su máxima expresión.
El fútbol argentino tiene una característica asombrosa que lo diferencia del resto del futbol mundial, la desorganización. Un deporte nublado por dirigentes que pretenden ser mas protagonistas que los propios jugadores, malos calendarios, partidos de flojo nivel y un producto difícil de vender a todo el mundo. Eso mismo es el fútbol en nuestro país. Como nunca para los fanáticos, este año, tuvimos fútbol hasta en las fiestas y eso al menos fue un mimo para la pasión.
El 2020 fue un año caótico para todos los deportes en general pero sobre todo para un fútbol totalmente desorganizado, con una disputa interna entre los dirigentes, un cambio de Liga e incluso con problemas de comercialización de la televisión que mas allá de toda esta situación, Argentina, fue el país mas competitivo a nivel Sudamericano con la llegada a instancias decisivas de 5 equipos en torneos Conmebol.
En el horizonte se nos viene un enero recargado de competencia deportiva con la final de la Copa Maradona el 17 de enero y con la final de Copa Libertadores el 30 del mismo mes. También enero contara con la definición de la Copa Sudamericana. Pero ante tanta dinámica deportiva también es momento de poner a los dirigentes en el rol que corresponde y con una ejercitación que nos permita sentir orgullo por nuestro deporte favorito sin esconder las suciedades en una alfombra que ya no tapa toda la “mugre”.
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