*Por Ezequiel Kesel
El tablero internacional se está reorganizando. Rusia y China miran, no solo para adelante, sino también hacia arriba buscando expandir sus horizontes hacia el espacio. Mientras tanto, Estados Unidos intenta recuperar su fama de intervencionista de cada tema en el mundo.
Norteamérica siempre se ha mostrado como el ejemplo a seguir para el resto de naciones. El ex Presidente Donald Trump aprovecho eso para mostrar que la globalización ha muerto y era hora de una nueva idea de nacionalismos, concepto que el Presidente ruso Vladimir Putin entiende perfectamente.
Con la salida de Trump del poder, el nuevo gobierno demócrata, encabezado por Joe Biden, decidió volver para atrás, dejar de preocuparse por los problemas sociales y económicos internos de su país para volcarse completamente en el marco internacional. Por lo que parece, los demócratas durmieron durante estos últimos cuatro años y no parecerían haberse dado cuenta que Rusia y China se fortalecieron y se prepararon en caso que Estados Unidos quiera volver a sus viejas actitudes.
La falta de tacto en el país del norte está representada por el Secretario de Estado Anthony Blinken. Blinken supo dejar su huella en el marco internacional en su puesto como vicesecretario de estado de Obama, donde ayudo a desestabilizar al gobierno de Ucrania durante las protestas del Euromaidan… pero su desempeño actual es bastante distinto. Blinken intenta mostrar a su país como el jefe al que se debe respetar, pero parece no darse cuenta que Rusia y China ya no son sus empleados sino que empezaron su propia empresa y le ganaron en competencia.
Blinken, en una reunión con China en Alaska realizado en el mes de marzo, acusó a los chinos de adoptar acciones que "amenazan el orden (globalista) basado en normas, que mantiene la estabilidad mundial". Yang Jiechi, jefe de asuntos exteriores del Partido Comunista y quien represento a su país en dicho encuentro, le dio una respuesta a Blinken de 18 minutos recordándoles el horrible historial de respeto a los derechos humanos y privacidad que tiene Estados unidos. Blinken, como un nene que fue retado por su maestra, bajó la cabeza pero murmuro que iba a haber represalias.
Después del fracaso contundente para normalizar las relaciones con China, Blinken se dirigió a Rusia con un tono mucho más sumiso.
En un diálogo con el ministro de Exteriores ruso Sergei Lavrov, pidió una cooperación amistosa, pero que si Rusia actúa de forma agresiva, responderían en su contra. Putin, hace unos días, les cantó retruco advirtiendo que le "romperá los dientes" a los que buscan hacerse con una parte de su extenso territorio, refiriéndose a la injerencia estadounidense en los territorios ucranianos que Rusia reclama.
Ante otro momento de debilidad, Estados Unidos quitó las sanciones a la compañía Nord Stream AG, filial de la rusa Gazprom, empresa dedicada a construir un gasoducto entre Rusia y Alemania para duplicar las reservas de gas entre ambos países, sin necesidad de traspasar territorio ucraniano.
Fuera del ambiente terrestre, Rusia y China han hecho una alianza para trabajar juntos en sus programas espaciales para colonizar la luna y marte y hacerse de sus recursos.
En febrero, un periodista le pregunto a la secretaria de prensa de Biden, Jen Psaki, sobre su programa espacial. Dicha pregunta no obtuvo respuesta. El gobierno Biden no tiene un interés real en avanzar en programas espaciales porque ha retrocedido en sus políticas, para volver a la visión anticuada de la era Bush y Obama de expandir su influencia en todos los países. Pero el crecimiento ruso y chino se ha vuelto una barrera para esto.
La nueva carrera espacial muestra la importancia del sector público en el desarrollo de un país. Rusia con su agencia “Roscosmos” y China con su “Administración Espacial Nacional”, toman sus decisiones geopolíticas sin la dependencia de la mano del capital internacional. En cambio Estados Unidos, a pesar de tener la NASA, depende casi exclusivamente en el sector privado, en específico: Spacex de Elon Musk y Blue Origin de Jeff Bezos.
Trump, en cambio, tenía una visión más a futuro. Ya en 2017, había lanzado su programa Artemis, cuyo objetivo era enviar astronautas a la Luna antes de 2024. Y en 2019 creó la United States Space Force para poder sumarse a la carrera espacial. Todo esto parece ser de poca importancia para Biden y sus secuaces.
Entonces nos encontramos con un Estados Unidos con falta de verdaderos estrategas, la época de los Brzezinski y los Kissinger ha pasado. Estados Unidos vuelve a mostrar su actitud caprichosa gritándole a todos que deben adaptarse a su visión del mundo, cuando la realidad es que ahora ellos deben adaptarse a otras visiones, cosa que Trump entendió bien. Hoy en día, el combate es de patriotas contra globalistas, si los demócratas no logran entender eso a tiempo, solo les quedará desaparecer en el olvido.
Al final de todo, Biden termina siendo una representación fidedigna de lo que es Estados Unidos actualmente, una nación decrepita, confundida y pasada de moda.
*Investigador, analista internacional.
Conductor del programa “Amos del Mundo” en YouTube.
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