La frase inserta en el comunicado oficial de la cumbre, que despertó entusiasmo en algunos sectores de nuestro país, merece ser evaluada en su justa medida.
Por Mauro Labombarda y Matías Tullio
Domingo 6 de Agosto de 2023 - 14:54
Malvinas es un asunto de importancia mayúscula para Argentina. Por la relevancia geopolítica de las islas, y por los sentimientos que la causa despierta en la mayoría de nosotros. Claro está, estamos en desventaja ante un adversario superior en recursos.
Así, mientras resolvemos nuestros problemas materiales, debemos usar la creatividad para mejorar nuestra posición en el conflicto. La diplomacia es uno de esos terrenos donde, más allá de la probada capacidad británica en el arte de la persuasión y el engaño, podemos avanzar algunos casilleros.
En ese sentido, ha tomado estado público, con gran presencia en medios de comunicación, una frase del comunicado oficial divulgado luego de la reunión entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
El punto 13, en concreto, reza que “en cuanto a la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la Unión Europea ha tomado nota de la posición histórica de la CELAC…”. A subrayar, el hecho de que aparezca el nombre verdadero de las islas, el nuestro: que el comunicado utilice el nombre Malvinas en un documento oficial es un detalle que no debería omitirse, y puede ser entendido como un logro de la diplomacia argentina. Ello se ve magnificado por los intentos británicos —según trascendió— para impedir que en el comunicado se utilizara el nombre oficial argentino, así como por la reacción posterior, criticando a la UE.
Sin embargo, también es cierto que no deberíamos caer en lecturas exageradas. Así como le damos valor a la utilización de Malvinas como nombre de las islas, tampoco deberíamos omitir la siguiente frase: "la UE ha tomado nota".
Se han tomado su tiempo, nuestra posición no tiene nada de nueva. Pero es posible que en la ONU se hayan perdido algunas reuniones del Comité de Descolonización.
La declaración invita a ser tomada con más prudencia, y para ello es conveniente recordar ciertas cuestiones.
Los europeos están sufriendo muy especialmente las consecuencias de la seguidilla trágica de pandemia y guerra. La crisis económica global que se desató en 2020, que afectó la conectividad de las cadenas de valor y las líneas de suministros, no había dejado de hacer sentir sus efectos cuando Rusia decidió invadir a Ucrania. Entre las múltiples consecuencias de este hecho, hay dos fundamentales. Ucrania es el granero de Europa, y Rusia su suministro de gas barato. Europa se encuentra ahora ante un escenario en el cual debe diversificar el origen de las importaciones de esos dos elementos críticos.
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Considerando esas necesidades, ¿es suficiente la declaración mencionada? ¿no será una frase de compromiso? Ante la queja británica, los europeos rápidamente salieron a aclarar que no significa un cambio en su posición histórica. ¿Y cuál es su posición histórica? Hasta el Brexit, las islas eran consideradas un territorio europeo de ultramar. No debemos olvidar cómo, inmediatamente después de comenzada la guerra en 1982, todos los países europeos nos criticaron, condenaron, y hasta nos embargaron. Incluso aquellos con los que tenemos lazos de sangre, como España e Italia.
Son barcos españoles los que en este preciso momento navegan hacia Malvinas para pescar con licencias entregadas por los kelpers. Entonces, ¿en qué quedamos? Quizá deberíamos festejar con mesura este pequeño cambio.
Si la modificación es sincera y trae mejoras en nuestra posición, será recibida con brazos abiertos. Pero es saludable dudar.
En todo caso, si de postura diplomática se trata, nos resulta mucho más favorable, y de mayor peso, la de los EEUU, que nunca reconoció la soberanía británica sobre nuestras Islas Malvinas e insiste, en plena coincidencia con la postura argentina, que la solución al conflicto debe surgir de una negociación bilateral entre nuestra República y Gran Bretaña, excluyendo como es lógico a los kelpers.
Sin duda, todos los apoyos son importantes. Pero quizás deberíamos preguntarnos: ¿qué es lo que esperamos de Europa? Aún si los papeles con las notas no se perdieron camino a Bruselas, la solución al conflicto por Malvinas no pareciera estar cruzando los mares. Es en el continente americano donde se decidirá nuestra suerte.
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