Era el tercero en la "línea sucesoria" de custodios del dinero del nazismo en la institución helvética. Ya cumplió su tarea y se retira.
Philipp Wehle, el UBS y el Credit Suisse. Foto: Canal 26, Reuters.
El 1º de mayo comenzó una nueva etapa para el Credit Suisse, la institución helvética que en otros tiempos supo ser celosa custodia de los bienes y las fortunas de muchos poderosos, entre ellos viejos jerarcas y colaboradores del nazismo desde los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial. Ahora esa afamada reputación ha quedado atrás y el presente es muy diferente.
Ese día, se comunicó internamente una renuncia que -definitivamente- no era una más.
El banco está sumido en una crisis inédita que salió a la luz en enero del 2020 cuando -mediante una carta oficial y membretada- reconoció finalmente que, en efecto, se conservaba una cuenta única y millonaria a nombre de Ludwig Freude, el magnate y empresario que manejó las inversiones alemanas (luego nazificadas) en la Argentina desde los años '30 y '40 y que era considerado el auténtico "embajador alemán en las sombras".
La historia fue negada una y otra vez por más de ochenta años, pero la investigación que, desde Buenos Aires, activaron el ingeniero Pedro A. Filipuzzi y Ariel Gelblung, en su rol de presidente del Centro Simon Wiesenthal para Latinoamérica; desató el escándalo y trajo la tormenta. El descrédito del banco suizo fue inevitable y, así, entró al laberinto que podría haber marcado el final; hasta que llegó -salvador como una bocanada de aire para un ahogado- el rescate de la Unión de Bancos Suizos (UBS) para impedir la estruendosa caída. Se sacaron las primeras papas del fuego, pero eso no fue suficiente. El siguiente paso consistió en acomodar los tantos, proceder a auditorías y reordenamientos internos (no sin antes hacer fuertes recortes de personal y suspender actividades en casi todas las sucursales del Credit Suisse en el mundo), que -pese al incendio- permitieran una salida decorosa.
Pero muchas de estas acciones fueron, en definitiva, falsos movimientos, hábiles maniobras en un mundo de humo y espejos. Simular un cambio aunque nada cambiaba.
La cuenta regresiva se activó y fue necesario "emprolijar" los números de la puerta para afuera, mientras al mismo tiempo -y tras una investigación interna de más que dudosa credibilidad- se informó que los nazis no habían depositado sus bienes en las bóvedas de la institución helvética; una historia que (dada la profusa documentación y sobrada evidencia) ni un niño de tres años podría llegar a creer. Para encargarse del "trabajo sucio" de disimular las cuentas "inexistentes" del nazismo en el Credit Suisse, negar todo y salir andando con cara de "aquí no ha pasado nada", estaba Philipp Wehle.
Y la elección no había sido casualidad.
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Durante 17 años, Wehle fue uno de los hombres de máxima confianza del banco, el CEO que gestionó el caso de los "súper ricos" y se ocupó concretamente de los temas derivados de los viejos depósitos hechos por nazis de diferentes lugares (muy especialmente de la Argentina) en el Schwetzerische Kreditanstalt, tal como se llamaba hasta los años '50 el Credit Suisse. Fue jefe de finanzas de la división Global Wealth Management (GWM) y jefe de gestión del segmento de clientes de mayor importancia. También llegó a ser jefe de la división International Wealth Management (IWM) desde julio de 2019 hasta diciembre de 2021, un cargo ciertamente estratégico que asumió como sucesor de Iqbal Khan, luego de que éste se mudara a la "contra" del Credit Suisse y ahora su "salvador", el UBS. También tuvo un importante cargo -durante casi dos años- en el banco en Singapur, desarrollando sistemas de incentivos y bonos para asesores de clientes, entre otras cosas. Wehle era la antítesis de cualquier otro funcionario; ya que una de sus características más salientes era su extremadamente bajo perfil, algo que le permitía hacer (o deshacer) sin que nadie se entere.
Pero, sin embargo, el gran "valor agregado" de Wehle es otro. El hombre en cuestión es el tercero de una curiosa "línea sucesoria" de protectores de esas fortunas nazis desde el año 1948. De hecho, su padre y su abuelo conformaron una auténtica "Omertá" y se fueron traspasando el mando y el control de esos depósitos del Volksbank, el instrumento financiero del Credit Suisse levantado gracias al expolio del nazismo contra los judíos de Europa.
Sobre el abuelo de Wehle, un dato en absoluto menor, que permite comprender más acabadamente esta historia destinada a falsear y confundir: se trataba de Gerhardt Wehle, y era nadie menos que un general de las Wermacht (Fuerzas Armadas) que respondía a las órdenes directas de Adolf Hitler.
Gerhardt Wehle (en el recuadro, junto a una funcionaria en tiempos de la RFA), exintegrante del ejército de Hitler. Fotos: Bundesarchiv.
La importancia de este hombre, y lo especial de su tarea de cuidar y disimular los depósitos de los nazis en Suiza, quedó demostrada mediante las operaciones secretas ordenadas por Markus Wolf, conocido como "El hombre sin rostro"; jefe supremo de la inteligencia de la Stasi, que era el Ministerio para la Seguridad del Estado (en alemán Ministerium für Staatssicherheit, más conocido por su abreviatura de Stasi), que era el más poderoso órgano de inteligencia de la extinta República Democrática Alemana (RDA). Wolf dominó Alemania oriental y también influyó sobre la Alemania occidental (República Federal de Alemania, RFA) con los agentes "Romeo", dedicados a seducir a mujeres que eran secretarias de los jefes políticos alemanes de occidente, un modo muy curioso y efectivo para conseguir información "caliente" y de primera mano. Sobre Markus Wolf, otro detalle pintoresco: en los años '80 fue el jefe de un agente secreto llamado... Vladimir Putin.
El 1º de mayo, Philipp Wehle anunció al directorio del Credit Suisse que necesitaba tomarse un descanso, cortar amarras y partir a un retiro que, finalmente, será más largo del esperado. De hecho, no se trata de unos días de descanso, sino -lisa y llanamente- de su renuncia, luego de haber cumplido con un "trabajo sucio" en que fue altamente eficaz y efectivo.
Instagram: @marcelo.garcia.escritor
Twitter: @mdGarciaOficial
Un agradecimiento especial al ingeniero Pedro A. Filipuzzi
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