El colectivo realiza en varias ciudades la décimo novena marcha en contra de la política económica del presidente Macron.
Por Canal26
Sábado 23 de Marzo de 2019 - 14:14
Los "chalecos amarillos" vuelven a manifestarse este sábado en Francia, en un clima de tensión exacerbada por el temor a que se produzcan nuevas violencias, una posibilidad para la que el gobierno estableció un controvertido arsenal de medidas de seguridad drástico.
Este 19º sábado consecutivo de manifestaciones de los "chalecos amarillos" conlleva altos riesgos para el presidente Emmanuel Macron, determinado a demostrar que su gobierno controla el orden público, una semana después de que se produjeran destrozos y saqueos en la turística avenida de los Campos Elíseos de París.
Para evitar que se repita la caótica situación, el Ejecutivo no escatimó en medidas. Las manifestaciones se prohibieron en los Campos Elíseos y en sus inmediaciones, así como en un perímetro que incluye el palacio del Elíseo y la Asamblea Nacional.
"Existen razones serias para pensar que la violencia y los daños son susceptibles de repetirse" el sábado, afirma la orden del nuevo prefecto de París, Didier Lallement, cuyo predecesor fue destituido tras las escenas del pasado fin de semana.
El texto anuncia también la prohibición de los equipos de protección, de los objetos destinados a disimular el rostro, de armas --incluidas las falsas-- y prevé sanciones reforzadas para quien participe en una manifestación no autorizada.
REUTERS
Niza, Burdeos y Toulouse, en el sur del país, escenarios de concentraciones a menudo más multitudinarias que las de París, también recibieron órdenes similares.
La Liga de Derechos Humanos denunció la ordenanza, considerándola "un nuevo y grave ataque a la libertad de manifestación".
Pero la medida más controvertida fue el anuncio de la contribución de las fuerzas armadas en esta jornada de protestas.
Los militares de la operación antiterrorista Sentinelle (que cuenta con 7.000 efectivos desplegados por todo el territorio desde los atentados de 2015) están llamados a proteger varios puntos para que los policías y gendarmes puedan dedicarse al mantenimiento del orden.
El anuncio desencadenó una polémica y la oposición denunció una "sobrepuja". Unas declaraciones del viernes del gobernador militar de París aludiendo a la posibilidad de que los soldados "disparen" sirvieron para echar más leña al fuego.
Para calmar la polémica, el presidente Macron, quien había anunciado la movilización de los soldados de Sentinelle, denunció un "falso debate" e insistió en que el ejército no está a cargo del orden público.
Su ministro del Interior, Christophe Castaner, quien fue cuestionado tras las violencias del sábado pasado, prometió "cero impunidad" para los autores de destrozos e instó al nuevo prefecto de policía a aplicar las consignas "sin dudas ni medias tintas".
Se desconoce la dimensión de la movilización de un movimiento por definición imprevisible. Algunos "chalecos amarillos" pedían en Facebook "no caer en la trampa de una escalada inútil", mientras otros mantenían manifestaciones no declaradas, por ejemplo en Toulouse.
Por otra parte, la radicalización del movimiento y la convergencia de los "chalecos amarillos" y los "black blocks", grupos minoritarios violentos de corte anarquista, se observa con preocupación.
"Tradicionalmente, en un movimiento social, cuando hay una caída de la participación, se da una radicalización de una minoría", constata la socióloga Isabelle Sommier. "Hay un aumento de la violencia por las dos partes, y tengo la sensación de que el gobierno no se da cuenta de los efectos de su política de mantenimiento del orden errática y brutal", añade.
Aunque la aprobación de los "chalecos amarillos" entre la opinión pública está en fuerte descenso (-8 puntos desde las violencias del sábado), aún no se vislumbra ninguna salida de la crisis.
El movimiento, que nació en noviembre ante el hartazgo social y fiscal, mutó en una contestación proteica, sin líderes claros, y no se calmó con el "gran debate nacional" lanzado por Emmanuel Macron para responder a los reclamos de los franceses.
Este gran debate, que dio lugar a más de 10.000 reuniones en todo el país sobre temas tan diversos como el poder adquisitivo, la fiscalidad, la salud o la educación, concluyó la semana pasada, y ahora el gobierno debe hacer propuestas.
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