La carrera electoral en Estados Unidos tomó un giro dramático con el intento de asesinato de Donald Trump. El ataque impulsó su campaña al mismo tiempo que genera incertidumbre en el partido demócrata, donde crece la presión para que Biden abandone su candidatura. Un momento crucial para la política estadounidense, mientras el país se prepara para una de las elecciones más importantes de su historia.
Si las candidaturas de Biden y Trump para las elecciones de noviembre de este año parecían hasta hace unos días repetitivas y poco atractivas -con discursos que nos empujaban como por un túnel del tiempo a la campaña pasada- en los últimos días la carrera electoral comenzó a tomar un camino vertiginoso.
El intento de asesinato de Donald Trump, aún en investigación, generó un terremoto que todavía parece no haber dejado a la vista sus efectos. En un primer momento, tanto Biden como Trump, afortunadamente, pidieron bajar el tono a la campaña, pero, como quedó demostrado con el intento de magnicidio, no todo depende de ellos. Durante muchos años se sembró odio y se profundizó la grieta que separa otra vez a los estadounidenses, por lo que unos simples discursos que piden la unión del pueblo no podrán tapar esa gigantesca fosa.
El joven que, con el rifle de su padre, no mató de milagro a Trump, por ahora no está vinculado a un móvil político ni a los presuntos iraníes que estarían planificando un complot contra el candidato republicano, pero sí es seguramente el resultado de una sociedad que en infinitos momentos mostró al mundo su costado más violento.
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Con respeto lo digo: lo que no mata fortalece. Eso lo entendió Donald Trump en el segundo que escuchó -cuando aún estaba en el suelo- que los agentes del servicio secreto confirmaban que el tirador había sido asesinado. Con valor, sin duda, en medio de esa situación compleja, Trump mostró coraje y lideró desde entonces a un público republicano que, si ya lo idolatraba, ahora lo ve incluso con una mirada religiosa. De hecho, en su discurso de aceptación de la nominación del partido republicano, en su primera intervención luego del intento de homicidio, Trump sostuvo que Dios estaba con él.
Todo lo que parecía estar mal, por milagro de la política, comenzó a soplar a favor de Donald Trump. Una jueza desestimó, el día después del intento de asesinato, uno de los casos en su contra más complicados. La causa en la que lo acusaban de haberse llevado documentos secretos sobre la seguridad nacional de los Estados Unidos a su casa una vez que terminó la presidencia. Cajas y cajas de documentos que guardó en su baño y en un teatro de su mansión en Florida. Ese expediente, al menos por ahora, es historia.
Este fallo se sumó a lo que la Corte Suprema votó unas semanas atrás cuando decidió por mayoría que los actos de un presidente están protegidos por la inmunidad que les da el cargo.
Todo cambió después de su milagroso giro de cabeza que lo salvó de recibir de lleno un disparo. Como les decía unas líneas más arriba, aún es prematuro saber cuánto, pero por el momento el viento sopla a favor de las velas del barco de Trump.
Del lado demócrata, todo es justamente lo opuesto. Las encuestas son cada día más desfavorables para su por ahora candidato Biden. La presión para que abandone la candidatura es cada día más amplia y profunda, incluso de eternos colaboradores del presidente como Nancy Pelosi, quien fuera presidenta de la Cámara de Representantes, e incluso en las últimas horas del propio Obama, quien, según se difundió, le hizo saber a su círculo que el tiempo del presidente como candidato está cumplido.
Aislado en su casa de descanso, recuperándose del COVID y cada vez más abandonado por la política de Washington, Biden debe ganar ahora dos campañas: la interna y la externa.
Pero, como dice esa frase tan famosa "nada es para siempre", y su golpe político más importante por estas horas quizás no sea seguir manteniéndose como candidato contra viento y marea, sino ver el momento en el que anuncie que se baja de la candidatura por la reelección. Si es que finalmente lo decide.
En momentos en que Trump está con el envión en su campaña, con todas las cámaras mirando cada uno de sus movimientos, y habiendo olvidado la mayoría de los medios y la opinión pública de los casos en su contra, Biden tiene una sola bala para dejar mejor parado políticamente a los demócratas, y esta podría ser anunciar su retiro.
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Una eventual decisión de estas características podría darle a la campaña demócrata algo más de sabor. A partir de ese instante, las cámaras dejarán de ver hacia el lado republicano y los demócratas podrían lograr su "momento", el puntapié inicial que no lograron en toda la campaña. Salir del letargo y buscar impulso. La decisión del presidente de bajarse de la candidatura lejos de convertirse en una crisis mayor dentro del partido demócrata podría transformarse en una oportunidad.
Si no es ungida la actual vicepresidenta Harris como la candidata indiscutida por el partido y otros candidatos como el actual gobernador de California comienzan a levantar la mano, las peleas internas dentro del partido con vista a su convención del 19 de agosto deberán mostrarse como una ventaja y no como un desgarro interno.
Renovación y espíritu de competencia, mayor interés entre sus seguidores para que ellos puedan decidir realmente quién los liderará hacia la campaña, atraer también de esa manera a los independientes y a los desencantados. Incluso si no queda Kamala Harris en la carrera, a un eventual próximo candidato o candidata demócrata no se le podrá achacar directamente los errores de la administración Biden.
Lo que casi se convierte en la desaparición física de uno de los candidatos le dio un mayor impulso a la campaña republicana y a un expresidente manchado con todo tipo de escándalos, juicios y condenas. Por el lado demócrata, la desaparición del otro candidato, si Biden finalmente decide bajarse, le otorgará sabor a una campaña que no tiene liderazgo y a la que le faltaban sorpresas.
“Bueno, malo, quién sabe”: todo parece estar por ocurrir en una de las elecciones más importantes de la historia del país, por lo que se juega a nivel interno e internacional. Otro conocido refrán aplica para este momento político en los Estados Unidos: "Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”.
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