Cómo funciona la red de alianzas y tratados de defensa tejida para limitar la expansión del poderío marítimo chino hacia el Pacífico.
Por Damian Carca - Geopolítica en acción
Viernes 23 de Agosto de 2024 - 11:06
Desde que el gobierno chino lanzó su doctrina estratégica de “Defensa Activa de la Costa”, a mediados de la década de los 90, ha incrementado su poderío marítimo y tratado de consolidar su control sobre los mares meridionales y orientales de China.
La lucha por el dominio de las islas Spratly y Paracel ha provocado tensiones con sus vecinos, como Vietnam y Filipinas, que ven en estas acciones una amenaza directa a su soberanía. La construcción de instalaciones militares chinas han llevado a frecuentes enfrentamientos diplomáticos y, en algunos casos, incidentes armados.
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Washington asumió un rol de equilibrador en la región, como hizo el imperio británico en Europa durante el siglo XIX. A través de una red de alianzas y tratados de defensa permitió configurar una zona de contención perimetral que limita la expansión del poderío marítimo chino hacia el Pacífico.
En 2011 se reactivó la alianza ANZUS (Nueva Zelanda, Estados Unidos y Australia), que había estado inactiva desde el final de la Guerra Fría. De igual manera, en 2017 se revivió la asociación de seguridad conocida como QUAD (Australia, Estados Unidos, India y Japón), que había sido creada diez años antes y luego quedó en desuso. Además, en 2021, se estableció una alianza llamada AUKUS para contrarrestar la expansión militar china en la región, integrada por Reino Unido, Estados Unidos y Australia.
Adicionalmente, se fortalecieron los lazos preexistentes con Japón, que tiene un tratado de defensa con EEUU desde el fin de la segunda guerra mundial, y se le aumentaron las capacidades militares al mismo nivel que antes de la guerra; con Filipinas, aliado extra-OTAN con el que comparten un Tratado de Defensa Mutua desde 1951; con Taiwán, que también tiene un acuerdo de defensa desde 1955; y con Corea del Sur, en alianza desde 1953.
A la vez, EEUU profundizó los vínculos con Vietnam, Indonesia, Malasia, Tailandia y Singapur. Estas asociaciones estratégicas se encuentran ubicadas en puntos clave, como el estrecho de Malaca, un paso crucial para el abastecimiento de alimentos y materias primas de la marina mercante china y una de las rutas marítimas más importantes del mundo, cuyo control es vital para la seguridad energética y económica del gigante asiático. En caso de conflicto, Estados Unidos podría bloquear esta vía, ejerciendo una presión sobre el suministro de recursos hacia China.
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No debería sorprendernos la visita de Putin a fines de junio de 2024 a Vietnam. Dicho país se ha convertido en uno de los mayores receptores de armamento ruso, destacándose como uno de los principales clientes de la industria de defensa rusa en el sudeste asiático. La cooperación militar entre Rusia y Vietnam ha sido un pilar fundamental en la estrategia vietnamita para asegurar su defensa nacional y mantener un equilibrio de poder en la región. Gracias a esta cooperación, los vietnamitas han reforzado su marina, dotándola de tecnología avanzada y capacidades de combate mejoradas para contrarrestar el creciente poderío naval chino, país con el cual mantienen disputas territoriales en el mar de China Meridional.
En Indonesia, otro país que ha sufrido incursiones ilegales en sus aguas territoriales, Rusia también ha desempeñado un papel crucial en el fortalecimiento de la capacidad militar. Los rusos les han proporcionado una variedad de equipos militares, incluidos aviones de combate y sistemas de radar avanzados, que han mejorado la vigilancia y la respuesta militar del país.
Rusia busca contrarrestar el deseo hegemónico de China en la región mediante el fortalecimiento de sus asociaciones con países del sudeste asiático, proporcionando armamento y apoyo militar. Le da la posibilidad de crear su propio contrapeso en el disputado Mar del Sur y meridional de China, y asegurar que los intereses rusos sean preservados en la región. Además, es una reacción al avance de la influencia china sobre el Asia central, lugar que Rusia considera su área de autoridad.
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Lord Palmerston, quien fuera primer ministro inglés en el siglo XIX, en un discurso grandilocuente expreso lo siguiente: “No tenemos aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestro deber es vigilarlos”. ¿Hay un interés permanente y análogo entre Estados Unidos y Rusia? El mismo parece ser evitar una potencia hegemónica en Asia. En su momento ambos países frenaron el avance de Japón y ahora hacen lo propio contra China. No es que haya una alianza tacita entre ambas potencias, pero si un interés compartido que se refleja en sus acciones.
De lo contrario, Putin debería dejarle el camino libre a China para convertirse en el país hegemónico de la región. Sin embargo, la frena al fortalecer las capacidades militares de los países rivales, siendo Vietnam uno de los ejemplos más claros, donde los estadounidenses también han intervenido para contrarrestar la influencia de Beijing.
Tanto en Washington como en Moscú parece haber más intereses convergentes que divergentes. ¿Será que, en este nuevo tablero geopolítico, la prioridad de contener a China es más fuerte que cualquier rivalidad?
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