La familia real británica cierra un año lleno de desafíos, manteniendo vivas sus tradiciones navideñas como un símbolo de superación y unión a pesar de las adversidades.
El 2024 quedará registrado como uno de los años más complicados para la familia real británica. En un periodo marcado por las graves complicaciones de salud del rey Carlos III y Kate Middleton, ambos diagnosticados con cáncer, los desafíos personales no solo influyeron en la agenda pública, sino también en las dinámicas internas de la familia Windsor.
A pesar de esto, las festividades navideñas se mantienen como un estandarte de unión y esperanza, representando una oportunidad para transmitir aquellos valores compartidos entre generaciones a lo largo de los años.
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El anuncio del diagnóstico de cáncer de Carlos III impactó profundamente a la nación británica. No obstante, la posterior revelación de que Kate Middleton, la princesa de Gales, enfrentaba la misma enfermedad, profundizó aún más la preocupación y el pesar en el Reino Unido.
Ante este panorama, el príncipe William describió en entrevistas al 2024 como “el peor año” de su vida, una declaración que reflejó la magnitud de las dificultades vividas por su familia durante este período.
A pesar de las adversidades, los Windsor encontraron consuelo en el fortalecimiento de sus vínculos familiares. Para William, Kate y sus tres hijos, George, Charlotte y Louis, los retos del año se convirtieron en una oportunidad para estrechar lazos y reafirmar su unidad.
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Aunque los príncipes de Gales decidieron ausentarse de la tradicional cena prenavideña en el Palacio de Buckingham, priorizando el tiempo en familia en su residencia de Norfolk, su presencia está confirmada para las celebraciones principales en Sandringham House.
Esta histórica residencia es, desde tiempos de la reina Isabel II, el epicentro de la Navidad real. En Sandringham, los Windsor se reúnen para celebrar tanto la Nochebuena como la tradicional misa del 25 de diciembre en la iglesia de Santa Magdalena.
Para la reina, profundamente unida a su padre, este lugar evocaba una mezcla de emociones. Sandringham estaba impregnado de recuerdos valiosos y fue escenario de momentos trascendentales en su vida: fue allí donde falleció su abuelo, donde asumió el trono y donde, habitualmente, dirigía su tradicional discurso navideño al pueblo británico.
En relación con esta tradición, el paseo real de Navidad es una de las actividades navideñas más apreciadas por la realeza británica en la actualidad. En el día de Navidad, la familia realiza una caminata desde Sandringham hasta la iglesia de Santa María Magdalena para asistir a una misa matutina y saludar a los simpatizantes.
Este iglesia data del siglo XVI y fue visitada, en un primer momento, por la reina Victoria, quien gobernó el Reino Unido durante 63 años y expandió enormemente el Imperio británico. Dado que el rey Carlos heredó el título de Defensor Supremo de la Iglesia de Inglaterra, parece muy probable que la familia reanude el paseo este año.
Adicionalmente, entre las tradiciones más queridas que persisten en la actualidad está la costumbre instaurada por la reina Isabel II de permitir que los nietos y bisnietos decoren uno de los árboles navideños. Incluso detalles aparentemente menores, como la regla de evitar el uso de guirnaldas, continúan siendo respetados bajo el reinado de Carlos III y la reina consorte, Camilla Parker Bowles.
En la actualidad, el rey y los miembros de su familia son quienes se encargan de dar los últimos detalles al árbol de Navidad, decorándolo con adornos que incluyen figuras de corgis, en homenaje a los icónicos perros de la recordada Isabel II. Los árboles navideños se distribuyen en varias residencias reales, destacando uno artificial en el comedor de Sandringham, mientras que en el Palacio de Buckingham es tradición colocar tres de ellos.
(1819-1901), quien tuvo el segundo reinado más largo en la historia de su país
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El 2024 también estuvo marcado por tensiones internas dentro de la familia real. La distancia del príncipe Harry y su esposa Meghan Markle, quienes residen en Estados Unidos y se mantienen alejados de sus deberes reales, sigue generando fricciones que afectan la dinámica familiar, sobre todo en la época festiva.
Por su parte, el príncipe Andrés, duque de York y hermano de Carlos III, no participará en las celebraciones de la Familia Real este año debido, según se cree, al escándalo en el que se vio envuelto por su cercanía al pederasta Jeffrey Epstein. En consecuencia, tampoco asistirá su exesposa y madre de sus hijas, Sarah Ferguson, con quien mantiene una relación cordial y sigue compartiendo residencia.
El 13 de enero de 2022 se anunció la retirada al príncipe Andrés de todos sus títulos militares y patrocinios reales, y su devolución a la reina, por la causa civil a la que se enfrenta en Estados Unidos por agresión sexual.
Según informó el Daily Mail, el hermano del monarca decidió voluntariamente pasar las festividades en Royal Lodge, su residencia habitual, la cual es objeto de discusión con Carlos III debido a su negativa a trasladarse a Frogmore House. Por otro lado, sus hijas, Beatriz y Eugenia de York, optaron por celebrar estas navidades junto a sus familias políticas, marcando la primera vez que lo hacen desde sus matrimonios.
Si bien inicialmente se esperaban 45 invitados para las festividades en Sandringham, el número se redujo a 36, lo que muestra las divisiones que persisten dentro de la familia real. A pesar de ello, la esencia de la Navidad real sigue intacta en términos materiales, con decoraciones despampanantes y una organización detallada de las actividades que desarrollarán en Nochebuena y el 25 de diciembre.
Quienes sí estarán presentes en las celebraciones navideñas de la familia real británica serán los hijos, nietos y la hermana de la reina Camilla, quien mantiene una relación cercana con sus hijos, Laura Rose y Tom Parker Bowles, que por primera vez compartirán estas festividades junto a los Windsor.
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