La crisis tuvo sus inicios en la década de 2000 en los Estados Unidos, y también sacudió a otros países como Irlanda, Australia, Alemania y Chile. Es un problema global para la Iglesia y el Sumo Pontífice busca revertirlo.
Por Canal26
Domingo 2 de Junio de 2019 - 18:21
El escándalo derivado por los abusos sexuales en la Iglesia es el gran desafío del pontificado del Papa Francisco y de la Iglesia Católica toda. Los muchos casos denunciados, son un tema "heredado" por el actual Pontífice, quien de todos modos se ve urgido por resolverlo.
La crisis tuvo sus inicios en la década de 2000 en los Estados Unidos, y también sacudió a otros países como Irlanda, Australia y Alemania. Chile se sumó más recientemente a la larga lista de lugares en donde se han denunciado casos de abusos, y es un país en donde la Iglesia se encuentra especialmente abocada a un proceso de "limpieza".
Para el Papa Francisco es una mancha para su papado, que salpica como nunca en la historia la credibilidad de la Iglesia Católica, que por décadas, quiso proteger la reputación y buen nombre de la institución religiosa, ocultando el tema, muchas veces encubriendo y otras directamente "desplazando" a curas abusadores de una diócesis a otra en una cultura del silencio, de la que ya todo el mundo está al tanto, gracias -en gran medida- a investigaciones periodísticas y a las denuncias de los sobrevivientes.
Esto mismo es lo que el Papa Francisco pretende erradicar. El Sumo Pontífice quiere terminar con esta "monstruosidad".
Lo demuestran hechos ocurridos en los últimos meses en el Vaticano, inimaginables tiempo atrás. Una cumbre sobre abusos, llevada a cabo en febrero pasado; y una ley universal -el motu proprio "Vos estis lux mundi" (Vosotros sois la luz del mundo), del 9 de mayo- que impone a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas del mundo la obligación de denunciar los casos de abuso sexual y también de acoso y encubrimiento que conocen, presentes y antiguos; son una prueba clara de los cambios que pretende instaurar el Papa.
Esta norma establece entre otras cosas que todas las diócesis del mundo elaboren en un año un sistema fácilmente accesible a la gente para recibir informes de abusos, acosos o sospechas de los mismos. Al mismo tiempo deja establecido el procedimiento para que se investiguen a obispos en las iglesias locales y obliga a acelerar las investigaciones.
Francisco ya había dado inicio a esta corriente investigativa en 2014, cuando creó la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, integrada por expertos y también víctimas, presidida por el cardenal estadounidense Sean O'Malley, arzobispo de Boston, la primera diócesis golpeada por el escándalo. En junio de 2016, en el motu proprio "Como una madre amorosa", dictaminó que los obispos culpables de negligencia en casos de abusos -es decir, de encubrimiento- deben ser sacados de sus cargos.
En 2018, pidió perdón a Chile por sus errores, tras haber respaldado (por mala información recibida) a un obispo -de nombre Juan Barros-, acusado de encubrir abusos del sacerdote Fernando Karadima, expulsado del ministerio. Francisco -que envío al país trasandino al arzobispo maltés, Charles Scicluna, máximo experto en abusos del Vaticano, que hizo
un informe muy concreto- sacudió al Episcopado chileno, que renunció en bloque y está en un dramático proceso de limpieza y prácticamente intervenido. El Papa Francisco suele reunirse con víctimas una vez por semana e hizo lo mismo con las tres más conocidas de Chile, a las que invitó al Vaticano. En esa ocasión les reiteró una vez más el pedido de perdón.
Tras un viaje a Irlanda -en agosto de 2018- marcado por esas mismas heridas y luego de haberse visto acusado por un exnuncio de encubrir a un anciano excardenal estadounidense hallado culpable de abusos (Theodore McCarrick, a quien también expulsó del sacerdocio), Francisco se dio cuenta de que hacía falta hacer más.
Un problema de alcance mundial:
En febrero de este año, muy al tanto de que se trata de un problema global, el Papa convocó a los presidentes de todas las conferencias episcopales a reunirse por el tema, algo inédito en la historia del Vaticano. Allí, por primera vez se hizo foco especial en las víctimas de los abusos, que dieron testimonios reveladores y sorprendentes.
El resultado inicial de la cumbre fue la promulgación, el 29 de marzo, de una nueva ley para el Estado Vaticano, pero que se pretende que sirva de modelo para todos los episcopados, obligandoa señalar los abusos a las autoridades competentes, prevé sanciones para quienes no lo hagan y un novedoso "servicio de acompañamiento para las víctimas".
El segundo resultado del encuentro fue el motu proprio "Vos estis lux mundi".
Pese a esto, la Iglesia Católica todavía no es capaz de recuperar la credibilidad, aunque muestra un cambio sustancial. De todas maneras, pese a las intenciones papales, se siguen dando a conocer otros casos que complican la tarea de eliminar los focos de abusos. En este contexto, el Papa Francisco dejó clara -siempre- su política de tolerancia cero.
Una clara muestra de esto es que por primera vez un alto prelado religioso, el cardenal australiano George Pell, que fue ministro de Economía del Vaticano y miembro del consejo de cardenales consultores del Papa, está detenido en una prisión de Melbourne, condenado (en primer grado) a tres años y nueve meses de prisión por abusar de monaguillos.
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