Un grupo de investigadores experimentó con ratones y pudo dar cuenta de que la carga proteica puede cambiar la definición facial.
Por Canal26
Martes 26 de Marzo de 2024 - 15:02
Las proteínas que consumen las mujeres cuando están embarazadas tienen una enorme influencia en la forma de los rasgos faciales que tendrán sus hijos, incluyendo cuestiones ambientales. A esta conclusión llegaron Universidad Médica de Viena y de la Universidad de Gotemburgo, Andrei Chagin e Igor Adameyko y su equipo, que publicaron en Nature Communications.
El desarrollo de la forma de la cara es un proceso complejo que sucede en el útero. Los defectos congénitos, como el paladar hendido o la unión demasiado precoz de los huesos del cráneo, pueden generarse cuando hay errores. Aunque se reconocieron diferentes causas genéticas, también se conoce que las cuestiones ambientales influyen, informó la revista.
En este marco, los gemelos idénticos comparten influencias genéticas y ambientales, pero continúan mostrando algunas diferencias en sus rasgos faciales. No está tan claro cómo se forma la cara con sus líneas más sutiles durante el desarrollo.
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Para tratar de esclarecerlo, los investigadores usaron un método para buscar "potenciadores" -regiones de ADN que regulan la expresión génica- durante el desarrollo de los fetos. De esta manera, cruzaron los potenciadores con una lista de genes que se sabe que ayudan a explicar la variación de los rasgos faciales humanos.
Así, estos potenciadores estaban vinculados a genes asociados a la vía mTORC1, que controla los procesos celulares en respuesta a la nutrición. La activación de esta vía durante el desarrollo embrionario temprano en ratones y peces cebra mostró que los rasgos faciales se agrandaban y el cartílago nasal se hacía más grueso.
Sin embargo, la represión de la vía dio lugar a una cara alargada en el pez cebra y a un hocico largo en los ratones. Los embriones de ratonas gestantes alimentadas con una dieta rica en proteínas mostraron alteraciones en la señalización de mTORC1, así como cápsulas nasales más grandes y huesos maxilares bajos en comparación con los embriones de ratonas embarazadas alimentadas con dietas bajas en proteínas, concluye el trabajo.
Por ello, los autores recomiendan que los cambios en la dieta materna podrían interactuar e influir en la compleja maquinaria genética que crea una serie de rasgos faciales individuales. El trabajo concluye que esta vía puede tener un papel en la formación de los rasgos faciales humanos, aunque los investigadores subrayan que es necesario seguir investigando.
El desarrollo de las estructuras esqueléticas craneofaciales es "fascinantemente complejo" y la explicación de los mecanismos subyacentes no solo proporcionarán nuevos conocimientos científicos, sino que también permitirán desarrollar enfoques clínicos más eficaces para el tratamiento y/o prevención, resaltaron los autores en su artículo.
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