Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Foto: NA.
Por Sebastían Dumont
La legalidad y la ilegalidad van de la mano. Lo único que ha hecho la pandemia es mostrarlo con mayor claridad. Una vez más, se pone en juego hasta dónde el Estado es capaz de ser un alivio y no una carga. Son horas de definiciones que marcarán el rumbo de la salud y la economía que viene. Eso sí, en un contexto muy diferente al del año pasado donde la autoridad gubernamental está mancillada. Y ante una realidad que es objetivamente más grave, la dificultad para avanzar en medidas creíbles es inversamente proporcional a la necesidad de establecerlas. Una vez más, quedó demostrado en el día de ayer.
“Sobran los “diagnosticadores” pero faltan los que tomen decisiones”, con esa frase se pronunciaron desde la Casa Rosada en virtud de los reclamos de parte del gobierno de la provincia de Buenos Aires y otras provincias, centralmente, para que se apliquen medidas más duras para contener la pandemia. Un foco de tensión que se suma a todo lo que ya estresa la situación en sí misma. Es claro que Alberto Fernández, quien en privado le aseguró a interlocutores recientes no estar dispuesto a cerrar todo, tuvo que cambiar de postura y no consensuar los pasos a seguir. Por eso dejó trascender su molestia con los gobernadores por no hacerse cargo de tomar medidas más duras.
Por tal razón, desde el gobierno nacional apelan al articulo 17 del último decreto presidencial que le da la posibilidad a las provincias y la ciudad de Buenos Aires a “adoptar medidas adicionales a las dispuestas en el presente decreto , focalizadas, transitorias y de alcance local con el fin de mitigar en forma temprana los contagios por covid”. Sobre eso quería Alberto Fernández que se paren los gobernadores y Horacio Rodriguez Larreta. Por estas horas, Axel Kicillof preocupado por los efectos no solo sanitarios sino políticos del “tsunami”, avanzará en esa dirección. Tiene el aval de Cristina Kirchner quien suele fatigar el teléfono para conversar con intendentes e informarse de la cantidad de camas que quedan en los hospitales. Ya lo había hecho en la primera etapa de la pandemia durante el 2020.
Los jefes comunales realizan diagnósticos muy similares sobre la capacidad instalada de los hospitales que administran y de aquellos que dependen de la provincia en sus territorios. De todas maneras, son muchos los que no están dispuestos a endurecer cierres y limitaciones. Por lo bajo, le comunican a los comerciantes: “vos abrí, tomá todos los recaudos y protocolos que nosotros no vamos a estar encima, ahora si una inspección provincial te clausura no podemos hacer nada”. Saben que la capacidad de contralor provincial es limitada, al mismo tiempo que especulan con un posible direccionamiento de la misma en aquellas comunas no oficialistas. Para colmo, el control de la policía bonaerense podría verse disminuido por la realidad de infecciones que hay en la fuerza. Por estas horas, son 15 mil los efectivos infectados contabilizando a los que están asilados desde que se inició la pandemia. Crece en la fuerza el pedido para que a ellos también les llegue la vacuna. Siempre está presente del reclamo salarial del año pasado lo que agita versiones de todo tipo. Incluso de tensiones tales que habrían derivado en discusiones acaloradas por estas horas. En tanto, el ministro de seguridad Sergio Berni pide cuarentena estricta por tres semanas. “Por lo tanto la única alternativa que hay son, o vacunas o cuarentena para cortar esta transmisión”, manifestó en sus constantes apariciones mediáticas.
Parte de todo ello es conversado en los zoom propios que mantienen los alcaldes entre ellos, más allá del color político. Piden mayor injerencia en, por ejemplo, el programa de vacunación. “Si nos informaran de los turnos podríamos ayudar a ubicar y recordar a las personas que viven en el distrito. Se ve un nivel de ausentismo que se podría evitar”.
Días atrás, Jorge Macri sostuvo: ”Me preocupa que no haya un programa integral, esto no se soluciona con una sola medida. En el mundo el confinamiento funcionó para frenar la pandemia cuando viene acompañado con mucho testeo, aislamiento y vacunación" Y agregó: ”no llegan vacunas y las pocas que tenemos llegan a brazos que no son correctos”. En tanto, su par de Lanús Néstor Grindetti reconoció que “la situación es realmente complicada desde hace unos días. En el sector privado hay dos clínicas que también están colmadas. Hubo que hacer algunos traslados a otros distritos durante el fin de semana.”
Desde el oficialismo, los intendentes también realizan sus diagnósticos, claro que sin entrar en polémica con el gobierno provincial. El Intendente de Morón Lucas Ghi sostuvo que "La situación es delicada, tenemos un nivel de ocupación que oscila en el 90 %. Creo que son necesarias las medidas, hay que focalizar los lugares de mayor circulación viral y atacar eso”. Su par de Escobar, Ariel Sujachuk quien alertó primariamente sobre la ocupación de camas también fue en ese sentido. “No propuse cerrar escuelas, lo que estoy proponiendo es una fase uno selectiva, es decir, para algunas actividades; a diferencia de otros intendentes, yo creo que debe haber presencialidad pero no actividades extraescolares”. Y agregó: “Si hace quince o veinte días me hacían esta misma pregunta yo no estaba de acuerdo; cambié de opinión porque la curva de contagios en este momento es una pared, porque no tenemos más camas, porque el sistema se saturó mucho más temprano de lo previsto”.
El intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta, de los más cercanos a Alberto Fernández también trazó un panorama complejo: “El 20 de marzo el hospital modular no tenía camas de terapia ocupadas, en 15 días tenemos el 45 por ciento ocupadas. Necesitamos el compromiso social porque no todo tiene que ver con la decisión de las autoridades, la gente tiene que cumplir con los protocolos. Si esto sigue así a fin de mes no vamos a tener sistema sanitario que contenga esto”.
Por ahora, ninguno se anima a aventurar lo que a este medio le dijo un conocedor muy acabado del sistema de salud del conurbano. “En este ritmo de contagios e internaciones, temo que pueda haber problemas con la provisión de oxigeno en los hospitales”.
Tras el mensaje del jefe de Estado, los alcaldes oficialistas salieron a apoyar la medidas. En cambio, los principales dirigentes opositores se mostraron molestos y críticos por la suspensión de las clases presenciales. Allí quizá se inocule la cepa de la bronca que podría tensar aún más la realidad social en el AMBA.
Como se ve, el panorama es aún más grave que el año pasado. El combo es letal no sólo por las cepas nuevas y más contagiosas. Aquí se mezclan colapso, cansancio, imprevisión, desobediencia civil y pujas políticas. Se da un fenómeno demasiado particular: tras una inundación, lo peor aflora cuando baja el agua, aquí sucede mientras la ola crece. En este contexto, el final es muy complejo aventurarlo. La Argentina suele ser, siempre, una caja de sorpresas.
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