Talibanes, REUTERS
Por Ezequiel Kesel
El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden se ha mostrado nuevamente como la cara de un imperio en caída libre.
Este año, en abril, Biden, anunció el fin de la ocupación en Afganistán, la cual representa la campaña armamentística en el extranjero más larga de su país (20 años), pero las fuerzas afganas no quisieron esperar o arriesgarse a que cambiaran de opinión.
La policía mundial estadounidense empieza a perder lugar en el tablero mundial y esto ha sido demostrado completamente en Afganistán siendo que los talibanes han recuperado su país, ocupado desde 2001 por el gobierno de Bush Jr. El portavoz del nuevo gobierno talibán, Mohammad Naeem, declaró que la guerra en Afganistán había terminado y pidió la paz.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, salió volando del país más rápido que De La Rúa, quién el 25 de junio se había reunido con Biden. La resistencia talibana volvió a tomar el poder prometiendo una vuelta a la tradición islámica típica de la región. El ex presidente Ghani no se fue con lágrimas ni preocupación, siendo que se escapó con tanto dinero que no entraba en su helicóptero y dejo parte en el aeropuerto. Según la prensa rusa, además llenó cuatro autos con dinero.
Ghani, el primer presidente que recibió el poder de forma democrática no era más que un títere del gobierno yanqui, cosa que le ayudaba a tener ayudas monetarias gigantes. Se estima que Estados Unidos transfirió 978 mil millones de dólares a su país y a Pakistán desde 2001.
Para entender bien lo que sucedió hay que tener en cuenta cual es el modus operandi del gobierno norteamericano. Priorizar la ganancia es la raíz de las intervenciones, sea monetaria o territorial, teniendo en cuenta que Estados Unidos más que un país es un territorio empresarial, y como una corporación, tiende a expandirse.
El negocio de las intervenciones estadounidenses comienza con la entrada a un territorio donde nadie los llamó diciendo que son la solución a un problema político. Utilizan la prensa internacional para mentir sobre sus verdaderos motivos para ocupar el país y después avanzan eligiendo una autoridad política local para dar una imagen democrática a la intervención y que este funcione como nuevo “líder”.
La población del territorio suele responder con bastante desdén a la ocupación estadounidense, con protestas y hasta actos de violencia. Cuando esto sucede (siempre sucede), aumentan el presupuesto político y militar dentro. Las nuevas autoridades amenazan a la resistencia local avisando que podría haber represalias en caso de no apoyar al nuevo gobierno visiblemente democrático, que la alternativa podría ser peor que la ocupación militar.
Las ocupaciones estadounidenses jamás fueron para tomar venganza contra cosas como el 9/11, ni capturar a Osama, ni proteger la libertad de su gente, ni llevar la democracia o liberar a las mujeres, son estrategias geopolíticas de optima coordinación que sirven para que el ejército entrene para conflictos mucho más grandes, probar nuevos equipos militares y asegurarse de que los recursos naturales del país ocupado serán para uso exclusivo de Estados Unidos.
Desde el exterior entendemos que todas estas intervenciones están justificadas y que el gobierno estadounidense siempre tiene la razón… por algo es de los pocos países del mundo que nunca tuvo una dictadura… ¿o capaz si?
Estos escenarios geopolíticos suelen durar el suficiente tiempo para que las mentiras emitidas para justificarlos se terminen institucionalizando, al punto que los propios medios masivos locales se terminan creyendo e incluso los propios políticos que las inventaron.
Los mismos veteranos y civiles estadounidenses que fueron engañados desde su fundación para pelear y apoyar guerras a favor de las empresas bajo una falsa idea patriota, están perplejos con lo sucedido en Afganistán, preguntándose: “¿Cómo nos sacaron unos barbudos en sandalias y turbantes siendo que tenemos el armamento más poderoso del planeta, marchas del orgullo y educación de género y diversidad todos los días?”
Habría que ver también a los países de la región para dar una explicación fuera de temas sociales internos de Estados Unidos. Irán necesitaba que los norteamericanos empezaran a abandonar la región, siendo que llevan décadas bajo amenaza. Y no olvidar que Afganistán desde hace siglos fue el punto central de la ruta de seda para llegar a la actual Irán. Si tengo que poner mi mano en fuego diría que lo sucedido no es tanto incompetencia de Biden o una gran estrategia de los talibanes, diría que China, Irán y Rusia aprovecharon el momento, porque si hay algo cierto en geopolítica es que espacio vacío es espacio que alguien va a ocupar.
Ezequiel Kesel, Investigador, analista internacional. Conductor del programa “Amos del Mundo” en la plataforma YouTube. Para más informes puede visitar mi portal oficial: youtube.com/c/amosdelmundo. Mail: amosdelmundo@protonmail.com
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