Elecciones, votación, urna, NA
La historia es repetida. A horas de los cierres de listas lo que abundan son rumores y operaciones. La letra fina en las nóminas se termina de cerrar minutos antes de la medianoche del sábado. Antes, es tiempo de rosca, reuniones, maniobras y, por lo general, pocas confirmaciones. Salvo en los primeros lugares de las postulaciones donde aún resta definir quién será el o la candidata del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires, la madre de todas las batallas. Sin embargo, la elección que viene sirve para reafirmar varios aspectos. Uno de ellos es la endeble representación partidaria, que cedió su paso a la idea de frentes o coaliciones donde se agrupan hoy los que antes se enfrentaron y viceversa.
Será producto de los tiempos que corren. Se tratará de la nueva forma de hacer política. Cualquiera sea la razón, la existencia de partidos políticos se ha reducido en la Argentina a meros sellos que sirven para la conformación de los frentes electorales que compiten en la elección. Y esos Frentes son tan heterogéneos que permiten agrupar a quienes, en principio, estaban en las antípodas ideológicas y doctrinarias. La pérdida de perspectiva de futuro lleva a consolidar lo efímero como médula ósea del voto. Y es desde allí donde es cada vez más impredecible poder aventurar que primará a la hora del comportamiento cívico en las próximas elecciones.
De todas maneras, la política se enfrasca en sus propias roscas porque así debe ser. Los candidatos tiene que presentarse en tiempo y forma tal lo indica la ley electoral. Eso es lo que hoy urge a todos los campamentos. Es una puja permanente de espacios de poder entre quienes integran cada una de las coaliciones mayoritarias. El oficialismo y la oposición. El resultado de los listados servirá para medir el poder interno de cada sector. Por ahora, no mucho más que eso.
En el Frente de Todos, la decisión y aprobación final corre por cuenta de Cristina Kirchner quién, el miércoles posteó en las redes sociales imágenes de El Calafate. Claro mensaje que no está enfrascada en las siempre electrizantes negociaciones. Sus delegados en Buenos Aires son Máximo Kirchner, Axel Kicillof y Eduardo De Pedro. Mientras esto sucedía, se daba como cierto que la lista bonaerense la encabezaría Victoria Toloza Paz, seguido por Daniel Gollán (en esta misma columna la semana pasada se adelantó el nombre del ministro de salud de Kicillof, por deseo del propio gobernador) y Marcela Passo en representación del Frente Renovador de Sergio Massa. La lógica es mantener ese esquema donde estén representados los tres sectores más importantes del oficialismo. A ello se le sumarán candidatos gremiales (Maia Daer, la hija de Héctor titular de la CGT suena con fuerza) y los movimientos sociales (el consenso sería para Daniel Menendez).
En cuanto a los intendentes del conurbano, su participación siempre es motivo de disputa. Ellos consideran que su poder territorial muchas veces está sub representado en las listas. Es cierto que su mirada primaria se ubica en las nóminas de legisladores seccionales. Y como esos lugares no alcanzan para contentar a todos, suelen abrirse las listas nacionales. Así sucedió en 2017 cuando el peronismo era oposición. Son varios los nombres que circulan para ir en la lista: Alberto Descalzo (Ituzaingó), Ariel Sujarchuk (Escobar) quien le confirmó a este medio que si se lo ofrecen acepta, Mariano Cascallares (Almirante Brown) y hasta Mario Ishii (José C. Paz). Hay una cuestión central para los alcaldes. Al no tener posibilidades - por ahora - de reelección en 2023, esta puede ser una buena oportunidad para adelantarse a la avalancha que habrá en dos años por ocupar esos mismos lugares. Mejor irse ahora, piensan varios y adelantar la sucesión en sus distritos e instalar dos años a quien ellos quieran que los reemplacen.
Los cierres en Juntos están más calientes que nunca. Definida hasta aquí la interna entre Diego Santilli y Facundo Manes, resta la definición de Gustavo Posse si juega con lista propia o apoya al “Colorado”. Los nuevos métodos de comunicación llevaron a lanzar su campaña en las redes sociales con una foto de un mechón de pelo. Logró el objetivo que todos hablaran de eso, aunque la mayoría fuera para burlarse. Hasta el propio Mauricio Macri lo hizo desde Europa.
¿Ayuda o salvavidas de plomo?
La preocupación de los intendentes de Juntos es la diáspora local. La interna provincial les abre grietas en sus propios distritos. La temperatura se eleva y hasta el sábado a la noche todo puede pasar.
Facundo Manes hace gala de lo que busca representar en estas elecciones: una figura nueva lejos de la rosca habitual de la política. Si bien no desatiende esas cuestiones, se muestra distante. Ha derivado el trabajo de esas tensiones en el presidente del radicalismo Maximiliano Abad. A sus interlocutores le reitera que está abocado en la nueva agenda que va a proponer discutir en la campaña para cambiar el rumbo decadente de la Argentina. Así lo dejó claro en su primera incursión por el conurbano con sus aliados peronistas Emilio Monzó y Joaquín De La Torre. Cuando estuvo en San Miguel el martes, lo último que hizo fue la foto. Primero le dedicó un largo tiempo a escuchar a las madres que llevan a sus hijos a los centros de desarrollo infantil creados por el municipio como tarea de contención. Como se ve, lo opuesto a la imagen del mechón colorado. El facultativo ahora candidato se ha convertido no sólo en un enigma para sus rivales internos, sino para el gobierno y parte de la oposición.
Cuando amanecía el 2021 y tras recuperarse del Covid, Manes solía preguntarle a quienes lo visitaban si era posible aún recuperar de la resignación a quienes habían perdido emocional y económicamente en estos años. La cada vez menor clase media de la Argentina. El convencimiento que aún es posible lo terminó de convencer. Algo similar a lo que opinó en las últimas horas el economista y especialista en consumo Guillermo Olivetto: “El ADN de la clase media es la que puede sacar adelante al país. Es la que se define por su dignidad, vinculada con el hacer, al trabajo y el progreso, eso sigue siendo uno de los pocos lugares donde uno puede agarrarse. La clase media es la que nos puede sacar adelante y recuperar una buena parte de lo que se perdió”. Entre sus ilusiones, Manes quiere reeditar “el sueño colectivo de Alfonsín en el año 83”.
En el oficialismo, el único que le habla a ese sector es Sergio Massa, al que le adjudican por estas horas no sólo estar definiendo la letra chica de las listas, sino también el gobierno que viene. Así como habrá pos pandemia, habrá pos elecciones. Y cualquiera sea el resultado, habrá que estar preparado.
El próximo domingo las incógnitas de los candidatos se habrán develado. Será interesante el ejercicio de guardar en la memoria esos listados porque quizá en dos años, los encontremos mezclados otra vez. Entre las razones de la apatía que la política despierta en amplios sectores de la sociedad una de las razones es que, ya pocos saben quién es quién. Y mucho menos, qué representan.
*Por Sebastián Dumont
Periodista de Canal 26
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