Elecciones en Argentina, Foto Agencia NA
Asoman en el trance final hacia las elecciones del 14 de noviembre certezas e incógnitas. Entre las primeras aparece, según todos los sondeos - a esta altura siempre muy cuestionados - que el gobierno no dará vuelta la elección en todo el país. Pero no sólo es la respuesta de quienes hacen encuestas, sino el producto de escuchar a la mayoría de los dirigentes oficialistas trazar ese panorama. Otra de las aseveraciones se cierne en la provincia de Buenos Aires. Si el Frente de Todos achica o incluso pueda dar vuelta los guarismos, dependerá de cómo trabajen los intendentes. La tracción territorial será el único camino para domar un malestar que no ha desaparecido desde las PASO.
Las dudas son, a esta altura, mucho más amplias. La primera de ellas es el resultado en sí mismo. No será la misma historia el día después si la diferencia es más amplia que en las primarias que si esta se achica. De suceder lo primero, los pronósticos son de una severa tormenta en el gobierno con un final difícil de predecir. De acontecer lo contrario, el oficialismo mostrará que ganó aun perdiendo. Entre estos interrogantes, asoma otra de las certezas: nada será igual después del 14 a la noche. Y sobre ese punto habrá que prestar mucha atención. Algunos movimientos han comenzado a gestarse desde ahora. Tanto en el gobierno como en la oposición.
Asoma entre las dudas cuál será el rumbo que tomará Cristina Kirchner. Si las primarias provocaron una erupción volcánica con la lava de la carta que aceleró los cambios a los que Fernández imaginaba para este mes de noviembre, mucho peor sería la reacción en caso de profundizarse la derrota. Crece en ámbitos políticos la idea de la vicepresidente de recostarse sobre su núcleo duro para no quedar asociada a los tiempos de ajustes necesarios que se vienen en la economía argentina. Quizá la propia Cristina sea quien empuje a Alberto Fernández a tener que alumbrar el “albertismo” del que siempre se resistió. Recostarse en los gobernadores, intendentes y sindicalistas de la CGT podría ser el camino que encuentre el presidente para culminar su mandato. Donde el 10 de diciembre de 2023 sea la fecha que permita allanar un entendimiento para arribar a ese día. Obviamente sin pensar en su propia reelección. “Alberto aparece debilitado, pero aún va a conservar un amplio poder de daño si se intenta subestimarlo”, asegura un importante dirigente de la provincia de Buenos Aires con vasta experiencia en el territorio pero también en el peronismo bonaerense.
Por eso hay que estar atentos a ciertos movimientos que se dan en el peronismo tradicional como así también en el Frente Renovador de Sergio Massa. La llegada de Juan Manzur al gabinete, aún con la menor intensidad que se lo observa en la actualidad, obedece en parte a la posibilidad de reimplantar un proyecto político donde el interior se cohesione con la provincia de Buenos Aires. Sus visitas recientes a La Matanza o a José C. Paz donde se reunió a solas con Mario Ishii van en ese sentido.
“¿Qué tenemos que ver nosotros con Juan Grabois, Emilio Pérsico o la Corriente Clasista y Combativa?” se pegunta un intendente del conurbano. La sola formulación del interrogante permite observar la existencia de una válvula a punto de explotar después de las elecciones. Hay episodios que requerirán, obligatoriamente, una reformulación. “Nosotros somos peronistas, no tenemos nada que ver con quienes defienden la toma de tierras aduciendo que son de terratenientes cuando en realidad son de empresarios o trabajadores”, agrega el jefe comunal consultado. Y agrega: “Un gran error que se han tenido en la construcción de nuestro espacio es que muchas veces los voceros son quienes defienden estas posturas, lejanas al peronismo, pero no tienen un solo voto si se presentan en las elecciones”.
Esa mirada es la clásica de aquellos que conducen o gobiernan un municipio. La demostración de los votos en su tierra es la carta de presentación para sentarse en las mesas del poder nacional o provincial. Son esos votos que ahora necesita como el agua el Frente de Todos para no caer en una crisis más compleja.
Nadie en el gobierno provincial e incluso en las cercanías de Máximo Kirchner podrán aducir que desconocían ese malestar creciente entre los intendentes peronistas. La imposibilidad de haberle dado hasta aquí una certeza a los jefes comunales sobre poder ser o no reelectos es un punto clave para entender este momento. Se lo dijeron en la cara al gobernador varias veces. Palabras más, palabras menos el mensaje fue contundente: “La ley está mal, hay que modificarla y sacarle a los intendentes una preocupación adicional. Hoy muchos están pensando más en cómo arman su propio esquema para la sucesión, que en ir a juntarle votos al gobierno. No alcanza con el resquicio de la reglamentación de la ley en su artículo primero que si pedís licencia dos años antes después podes volver a presentarte”. Un caso reciente encendió aun más las alarmas. La justicia aceptó un recurso que cuestiona la candidatura de Segundo Cernadas (Juntos) en Tigre quien se había amparado en el decreto mencionado para presentarse por un tercer mandado. Desde el 15 de noviembre el tema volverá a ser parte de la agenda.
El acto que se prepara para el cierre de la campaña bonaerense del Frente de Todos en Merlo es una demostración del rol territorial que tienen los intendentes. El distrito gobernado por Gustavo Menéndez es el que mayor padrón tiene en la primera sección electoral, donde en las PASO oficialismo quedó abajo. Si en Merlo el Frente de Todos mejora la elección, será clave para la cosecha de senadores provinciales. Un tema que preocupa a Axel Kicillof.
El gobernador, por estas horas en Brasil junto a Daniel Scioli, no para de recibir cuestionamientos internos. Al parecer, la sorpresa del Jefe de Gabinete Martín Insaurralde fue supina cuando observó que en las cuentas públicas había depositado el monto equivalente a cuatro meses de sueldos de los empleados del Estado. El lomense habría puesto el grito en el cielo. “Perdemos las elecciones y no ejecutan el presupuesto, ¿Qué es lo que quieren, dejarle superávit al gobierno que viene?”. Tampoco se explican demasiado en las oficinas de Insaurralde por qué el Ministro de Salud Nicolas Kreplak no entregó más de 40 ambulancias que estaban guardadas en un galpón.
Un certeza final se da en el campamento de Juntos. Aunque podría ser peligrosa. Están seguros que ganarán las elecciones y esa euforia quizá no sea controlada como corresponde. Mientras Mauricio Macri va a Dolores, hay quienes piensan que no tiene posibilidades de volver a ser presidente. Es una lectura con mucho asidero, pero tampoco es cuestión de certificar que Horacio Larreta sí lo será. El camino aún es largo, sin embargo, aunque suene extraño, hay quienes ya empiezan a repartirse cargos nacionales para dentro de dos años. Aún no aprendieron que las liebres no se cuentan nunca antes de cazarlas. Y, además, enfrente está el peronismo, al que nunca hay que subestimarlo.
*Por Sebastián Dumont
Periodista de Canal 26
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