El pianista fue una eminencia en su rubro, pero a su alrededor creció el mito de que también es un talismán para sus colegas. A 28 años de su muerte, un repaso por su legado y el origen de su "santificación".
Hay músicos que dejan un legado que atraviesa lo netamente artístico. Un buen ejemplo es el de Osvaldo Pugliese, qué, además de ser una eminencia por la huella que dejó en el tango, se ganó un aura de talismán en los ojos de sus colegas.
"Don Osvaldo" fue un pianista y compositor dedicado al tango que dirigió su propia orquesta creada en la década del 30. Un 25 de julio de 1995, falleció a los 89 años en su Buenos Aires natal, aunque su presencia sigue rondando en el ambiente musical, más allá de sus canciones.
"¡Pugliese, Pugliese, Pugliese!", se puede escuchar en un camarín antes de que una banda salga a tocar. Desde hace décadas, la figura del pianista creció entre sus colegas también como búsqueda para alejar la mala suerte y los imprevistos que puede presentar un show en vivo.
A través de la idea de que trae suerte, además de su prestigiosa obra, el artista atraviesa generaciones de músicos y aparecen guiños a su figura.
"Pugliese, Pugliese, siempre de mi lado. Quiero tenerte suerte de mi lado, Pugliese, Pugliese", reza la canción "Suerte" de Árbol.
Algo similar ocurre con la actual banda de Patricio Fontanet, ex líder de Callejeros. El cantante eligió llamarla “Don Osvaldo” en su honor en 2014, además de colocar su rostro en uno de sus primeros sencillos, justamente titulado “Suerte”. Un poco más atrás en el tiempo, León Gieco jugó en el tema “Los Salieris de Charly” con “siempre mencionamos a Pugliese”.
La vinculación de Osvaldo con el rock tiene larga data, aunque no fue un camino de rosas. Una de sus fotos más recordadas es junto a Fito Páez, tomada en las cercanías del Teatro Cervantes, en 1989. La producción fue ideada por el Suplemento SI de Clarín y la imagen fue retratada por Carlos Sarraf. En pleno ascenso del rosarino y con Pugliese ya consolidado hacía décadas, decidieron unirse para algunas tomas. Páez decidió sostener el bandoneón de Pugliese, mientras que él se quedó simplemente sonriendo de brazos cruzados.
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La aparición en la década de los 70s de bandas como Sui Generis o Pescado Rabioso presentaba una nueva era de músicos locales, aunque sus influencias estaban marcadas en buena parte por lo extranjero. Pugliese, abanderado de un género arraigado a lo criollo como el tango, veía este movimiento como algo negativo.
En diciembre de 1977, el diario La Opinión reunió a siete músicos que representaban a “la música popular” para una charla en conjunto. Allí, Osvaldo marcó que el rock argentino representaba características extranjerizantes, en su conversación con Charly García y David Lebon, representantes del género en ese artículo.
Lo curioso es que el aura de buena suerte alrededor de Osvaldo Pugliese comenzó durante un show de García a principios de los 90s, o al menos eso dice el mito. Si bien no hay claridad sobre su origen, el relato más popular menciona que una serie de problemas técnicos hicieron que se demorara el inicio de una presentación en vivo. En medio de las pruebas para dar con el buen funcionamiento, fue un disco del tanguero que acompañó la solución que permitió que inicie su recital.
Esa idea de anti mufa o incluso ser un santo creció con el paso de los años, hasta hubo un festival en su honor que tuvo varias ediciones previas a la pandemia. En esa línea, en 2005 comenzó a entregarse en la tercera edición del Festival de Tango de Buenos Aires una estampita de “San Pugliese”.
“Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos dejes en silencio mirando un bandoneón sobre una silla”, mencionaba la oración que escribió Alberto Muñoz, cinco años después de su fallecimiento.
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El vínculo entre Pugliese y la música parecía inevitable. Su padre y su hermano eran músicos, por lo que descubrió en el piano su gran amor, a pesar de que recibió un violín como regalo previo. A los 15 años yo tocaba en público, lo que le permitió sumarse a orquestas como la de Roberto Firpo, referente de la época.
Sin embargo, su consagración llegó con la fundación de su propia orquesta, con su debut en agosto de 1939 en el prestigioso café El Nacional. Ese grupo lo acompañó durante 55 años y él siempre se mantuvo al frente desde el piano.
Entre sus canciones más recordadas aparecen “La Yumba”, “La Beba”, “Recuerdo” y “Malandraca”, entre tantos otros. Pugliese tuvo la particularidad de festejar sus 80 años con su única presentación en el Teatro Colón de Buenos Aires, el 26 de diciembre de 1985.
Durante el 2011, la estación del subte B Malabia pasó a llamarse Osvaldo Pugliese en referencia a su barrio natal, Villa Crespo.
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