Tras la polémica cancelación de su conferencia por parte de la Facultad de Derecho de la UBA, Sérgio Moro habló frente a académicos argentinos. Contó con el auspicio de varias universidades.
Por Canal26
Sábado 13 de Junio de 2020 - 11:35
Sergio Moro. Reuters.
El doctor Sergio Moro, de la Universidad de Unicuritiba de Brasil, brindó la conferencia titulada ‘Democracia, Estado de derecho y combate a la corrupción’, que cuenta con el auspicio de la Universidad Nacional del Litoral, mediante la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, de la Universidad Blas Pascal, de la Universidad Católica de Córdoba, de la Universidad de Belgrano, de la Universidad del Salvador y de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral.
Además de los rectores y otras autoridades, estas universidades estarán representadas por el ex vicerrector de la Universidad Nacional del Litoral y ex decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Mariano Candioti; el rector de la Universidad de Belgrano, Avelino Porto; el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral, Manuel García Mansilla; la decana de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Córdoba, Julieta Gallino; el director de la carrera de Abogacía de la Universidad Blas Pascal, Guillermo Ford; el presidente de la Sala de Derecho Constitucional de la Universidad Blas Pascal, Lorenzo Barone, y el profesor de Derecho Penal de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral Leandro Ríos.
El acto académico también contará con la participación a título personal del rector de la Universidad Nacional de Córdoba, Hugo Juri; el rector de la Universidad Católica Argentina (UCA), Miguel Schiavone; el rector de la Universidad Caece, Alberto Allemand; el presidente de la Universidad Siglo XXI, Juan Carlos Rabbat; el rector del Instituto Tecnológico de Buenos Aires, Andrés Agrés; el vicerrector de la Universidad Nacional de La Matanza, Fernando Luján Acosta; el vicerrector de la Universidad Nacional de San Martín, Carlos Alberto Frasch; la decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de UADE, Silvia Toscano; la directora del Centro de Estudios Anticorrupción de la Universidad de San Andrés, Érica Pedruzzi; Ricardo Gil Lavedra, miembro del Centro de Estudios sobre Transparencia y Lucha contra la Corrupción de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, y Daniel Roque Vitolo, miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA). A todos ellos, muchas gracias. El doctor Moro expondrá 20 minutos, luego habrá una hora de preguntas y respuestas, y sin más, los dejo con el doctor Moro; por favor, Sérgio”.
"Primero, quería agradecer la invitación a hablar en esta conferencia con Argentina. En especial mi agradecimiento a PERFIL, a Jorge Fontevecchia y a las universidades aquí presentes. Fueron invitadas a participar la Universidad Nacional del Litoral, Universidad Blas Pascal, Católica de Córdoba, Universidad de Belgrano, Del Salvador y la Facultad de Derecho de la Universidad Austral. Quiero pedirles excusas porque no voy a hablar en español. Como latinoamericano, lo considero un defecto. Pero hablaré en portugués pausadamente, para evitar problemas de comprensión. Esta charla estaba inicialmente pautada para hacerse en la Universidad de Buenos Aires. Se canceló. Esa suspensión nos ilustra un poco acerca de la necesidad de intercambiar ideas y de discutir sobre estas cuestiones libremente, evitando las polarizaciones exageradas. Comprendo la posición de aquellas personas que estuvieron en contra de la exposición en la UBA. Pero me parece que se debe a una cierta incomprensión sobre el Lava Jato. Aquí en Brasil, hicimos esfuerzos en la lucha contra la corrupción. Pero aquí estamos para conversar sobre esos temas con personas que también son de la Universidad de Buenos Aires, que podrán hacer sus propias interpretaciones y aportes. Quiero agradecer a todos aquellos que propiciaron la organización de este evento. Y vamos al tema: “Democracia, Estado de de derecho y combate a la corrupción”.
”Creo que hoy no tenemos una comprensión muy clara de cuánto precisamos tener una democracia, de cuánto lo necesitamos por el bien de las instituciones y del desarrollo económico. Necesitamos principalmente de instituciones robustas, fuertes. Existen estudios muy difundidos sobre este tema. Es mundialmente conocido el libro Por qué las naciones fracasan, de Daron Acemoglu y James A. Robinson, que hacen un análisis histórico de cómo se da eso en distintos países e instituciones. Incluso aluden a países de América. Es ya clásico el abordaje que hacen los autores sobre la disparidad entre dos ciudades gemelas, con el mismo nombre, Nogales, que se encuentran en la frontera entre Estados Unidos y México. Nogales, en Arizona y Nogales en el estado de Sonora. A pesar de que ambas ciudades tenían toda una historia en común, a pesar de tener un perfil poblacional semejante, una de ellas tenía un desempeño social y económico y también en materia de seguridad mucho más avanzado de la otra. La conclusión que asumen los autores es que la principal diferencia que propiciaba ese desarrollo distinto estaba en la robustez de las instituciones existentes en los Estados Unidos respecto de las mexicanas.
”Está claro que las instituciones norteamericanas son pasibles de críticas. Tienen visibles defectos. Pero la disparidad de desarrollo entre dos ciudades con una historia y población casi común llama extremadamente la atención: En la misma línea que hoy tal vez podremos llamar nuevos clásicos, podría citar aquí la enorme relevancia de las obras de Francis Fukuyama, el gran cientista político. Especialmente sus ideas sobre el nacimiento del orden político. Y sobre la decadencia de ese orden. Ese autor, que es conocido por su libro escrito ya hace unos años El fin de la historia, hace un análisis sobre los países latinoamericanos en la misma línea: por qué los países de la región no consiguen desarrollar todo su potencial. Y llega a una respuesta: existen cuestiones relativas a la historia, cuestiones geográficas, pero principalmente lo que pasa es la falta de desarrollo de las instituciones democráticas más sólidas.
Jair Bolsonaro y Sergio Moro. Reuters.
”Es preciso ver qué hicimos en América Latina. Es importante analizar lo que sucede en Brasil, también. Desde 1975, con el fin de los regímenes militares, fueron recuperadas todas las libertades democráticas. El país buscó, a través de las instituciones democráticas, desarrollar su economía, su renta, su distribución, pero hubo equívocos. Lo que se puede decir aquí en Brasil en ese proceso democrático, lo que nosotros vimos, es que a pesar de la restauración democrática teníamos un problema, un problema estructural, que era la corrupción.
La corrupción se instaló entre las instituciones brasileñas y perjudicó al desarrollo de nuestra potencialidad. Está instalada de manera tal que afecta la calidad y la eficiencia de las políticas públicas, sea porque genera un desvío de recursos, o porque esas políticas fueron hechas de manera ineficaz. Es evidente que existen otros problemas. Pero la corrupción es un elemento esencial, que perjudica nuestro potencial.
”Ese cuadro de situación comenzó a tener una transformación a comienzos de 2012, cuando se comenzó la acción penal llamada vulgarmente Mensalao y luego con la operación del Lava Jato. El Lava Jato fue producto de varios fiscales, jueces y policías que reveló un gran esquema de corrupción. Un gran acto de corrupción en un lugar del tiempo y del espacio es un grave problema. Pero un problema aún mayor para una democracia madura sucede cuando dicho sistema de corrupción está instalado en las distintas instancias de las instituciones y de las políticas públicas. Eso lleva a un enflaquecimiento de la propia democracia, que es un sistema fundado en la idea de que todos somos iguales ante la ley.
”Algo fundamental en la democracia es la noción de Estado de derecho. Y esa exigencia de igualdad ante la ley significa que la ley debe servir tanto para proteger a los vulnerables como también para cohibir la acción de los poderosos cuando la ley fue incumplida.
”Cuando eso no sucede, cuando los niveles de corrupción llegan a las esferas gubernamentales, eso tiene consecuencias. Y cuando la investigación llega hasta ellos, eso genera un sentimiento de descrédito en relación con las instituciones democráticas. Ese es un cuadro que fue relativamente alterado a partir de la operación Lava Jato en Brasil. La investigación fue tan grande que se descubrieron ramificaciones hacia otros países. Y esas informaciones, las notas que fueron tomadas, paulatinamente fueron compartidas por las autoridades brasileñas con las de otros países y permitieron otras investigaciones. Concomitantemente a lo que pasó en Brasil, a partir de una robusta lucha anticorrupción, se produjo un movimiento, una onda anticorrupción en toda América Latina.
”Así vemos, por ejemplo, desdoblamientos de la operación Lava Jato, transformada en caso Odebrecht en países como Ecuador, Colombia, Perú y hasta América Central, especialmente Panamá. Y también Argentina en cierto grado. Cada país tuvo su propia reacción frente a este tipo de comportamientos. Cada país tuvo un desarrollo propio, con casos diferentes en cada lugar, con sus propios juicios.
Jair Bolsonaro, presidente de Brasil. Reuters.
”Tengo la percepción de que, a pesar de aquellos avances, ahora vivimos un cierto adormecimiento en los dos últimos años en relación con esa onda anticorrupción. En la última semana apareció un estudio de la revista Americas Quarterly, del Council of Americas y la American Society, en la que se hace una evaluación del fortalecimiento o no de las instituciones en toda la región latinoamericana. Hay países que mejoraron notablemente su perfomance. Se destaca el caso de Perú, mientras que otros países perdieron posiciones. Lamentablemente, Brasil está entre los que retrocedieron en el estudio.
”Como los movimientos anticorrupción contrarían intereses muy poderosos, son difíciles de implementar en la práctica. Siempre es preciso tener la movilización de las empresas, de la sociedad civil, de la población, para producir reformas. Reformas que no necesariamente serán represivas, sino que estarán dentro de una agenda para el cambio, que penetren en la burocracia estatal para producir reformas, que incluyan la parte represiva para que alguien descubierto en un acto de corrupción sea llevado a los tribunales.
”También nos perjudica en esa agenda el avance de la polarización política en Latinoamérica. En Brasil en particular sucedió que algunos agentes que habían sido descubiertos en actos de corrupción para esconder sus responsabilidades, por decirlo de alguna manera, invocaron un espíritu de persecución política. Y eso en cierto grado acabó oscureciendo el real debate y la cuestión real que es que precisamos tener instituciones fuertes.
”Precisamos tener instituciones que funcionen y que además de la condena a los crímenes cometidos por agentes políticos que se acepte que la ley es igual para todos. En Brasil, por ejemplo, se usa la expresión de que el Lava Jato representó una criminalización de la política, cuando en realidad la corrupción no tiene nada de natural o algo que deba ser protegido dentro de un determinado régimen político democrático.
”La polarización afecta al mundo de diferentes maneras. Actualmente, en el Brasil hay expresiones, tanto de la extrema izquierda como de extrema derecha, que acabaron dificultando lo que estamos haciendo. Pero, tal como dije, me parece que es una agenda que puede retomarse fácilmente. Brasil tiene una democracia consolidada. Es un jugador importante de la economía mundial y la sociedad percibe la necesidad de retomar esa agenda de reformas factibles.
”Hoy estamos viviendo una situación muy triste con la pandemia, pero la agenda es retomable. Se necesita de voluntad política. Finalizando mi exposición, quiero decir que el combate contra la corrupción tiene que incluirse en un contexto más general. No es una cuestión puramente criminal. De lo que se trata es de fortalecer el Estado de derecho, el imperio de la ley y las instituciones democráticas. Ese es el mensaje fundamental para transmitir en la conferencia.
La consulta de Perfil. Usted dijo que la corrupción: “No fue solo para financiar campañas políticas, sino para el enriquecimiento de personas”. No solamente en Brasil sino también en la Argentina se lo acusa de no ser parcial por integrar luego el gobierno que sucedió al partido anterior, del cual usted condenó a varias de sus figuras. Me gustaría que esclareciera a los argentinos sobre este tema, que suelen entender al Lava Jato como algo concentrado exclusivamente en la prisión del ex presidente Lula, y explique cómo afectó a todo el sistema político, a los otros partidos políticos y a los empresarios condenados. ¿Cómo se defiende de la acusación que le hacen de falta de imparcialidad?
"Esa distorsión en relación con el Lava Jato o incomprensión tiene que ver con un escenario de polarización política. No es un problema del espectro de políticos de izquierda, ni del espectro de derecha, ni del centro. La corrupción puede afectar a todo agente político independientemente de su credo ideológico, de sus convicciones. Lamentablemente todos se pueden corromper. El Lava Jato fue una investigación gigantesca sobre corrupción y resultó en la condena de muchas personas. No tengo el número exacto, y además ese número es cambiante. Pero hay más de 200 personas, entre los que siendo empresarios pagaron sobornos y los beneficiarios, que incluyen no solo a funcionarios públicos, a altos dirigentes de Petrobras, que es la mayor empresa estatal brasileña de exploración de petróleo y gas, o agentes políticos que se beneficiaron de ese esquema de corrupción, para enriquecerse deshonestamente o para financiar la campaña política. Se supo que en altos estamentos de Petrobras se ubicaba gente de los partidos, normalmente de los que componían el gobierno federal. Esos directores tenían por función recaudar sobornos de empresarios con contratos en la Petrobras, normalmente con porcentajes fijos. Esos funcionarios en parte se quedaban con el dinero, en parte lo daban a sus jefes políticos. ¿Por qué afectó más al Partido de los Trabajadores? porque el Partido de los Trabajadores era el gobierno federal, era el partido dominante de un gobierno federal y también en muchos estados. Eso explica por qué fue especialmente afectado. También afectó a aliados políticos que ni siquiera estaban en el espectro político de la izquierda. Por ejemplo, al ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, un político de la derecha. Y quien fue mencionado por muchos como principal artífice del impeachment a Dilma Rousseff fue condenado en la Operación Lava Jato. Lo que prueba que tenemos a políticos de varios partidos. En un determinado momento, principalmente a partir del acuerdo de colaboración hecho entre los promotores y Odebrecht sobre el relato del pago de los sobornos a agentes políticos aún del esquema de corrupción de Petrobras, incluso en gobiernos que eran controlados por partidos de oposición al gobierno federal, se avanzó en esas investigaciones. Fue una investigación que abarcó prácticamente a todos los partidos políticos. En Curitiba, que es donde yo trabajé, nos ocupamos en especial de los responsables de los procesos de gobierno, porque tocamos los casos de soborno en Petrobras, que principalmente afectaron a agentes políticos de los partidos que componían el gobierno federal, pero hubo otras ramas que afectaron a partidos de la oposición. Siempre actué con la conciencia tranquila. Siempre actué de manera imparcial, siempre me basé en las pruebas. La prensa internacional o tal vez alguna incomprensión hacen foco en la figura del ex presidente Lula. Pero con relación a él, es necesario destacar que proferí solo una sentencia de condena contra él. Esa fue confirmada por la Corte de Apelación Federal y por el Tribunal Superior en Brasilia. Hubo confirmación en dos instancias, y él también fue condenado en otro proceso por otro juez. Claro que una de las formas de defensa en estos procesos contra agentes políticos es siempre hablar de persecución política. Es natural buscar ese tipo de revocación. Pero cuando se examinan los hechos y las pruebas, hay varias instancias judiciales para defenderse. En Brasil nadie fue acusado en la Operación Lava Jato por su opinión política. Eso no pasó. Y tampoco pudo probarse una conspiración judicial integrada, de ninguna manera. Todas las decisiones fueron confirmadas en cada una de las instancias necesarias. Y esto cabe para el ex presidente Lula como para otras personas en casos diferentes. Se percibe que hay una cierta distorsión. Lamentablemente, una parte del análisis se afecta por la polarización política excesiva que está en todo el mundo, pero que aparece muy presente hoy en América Latina"
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