El Papa Juan Pablo II evitó tan solo unos pocos meses antes de la guerra de Malvinas que los países sudamericanos entren en guerra.
Por Canal26
Martes 17 de Octubre de 2023 - 13:06
Juan Pablo II intervino hace más de cuatro décadas para evitar que Argentina y Chile entraran en una guerra por la soberanía de las islas Lennox, Picton y Nueva, ubicadas en el Canal de Beagle. La zona está situada frente a las costas de la fría Tierra del Fuego.
El conflicto se remonta a fines del siglo XIX, cuando se firmó un tratado en 1881 entre ambas naciones que no dejó en claro a quién pertenecían las islas. Sin embargo, en 1901, un mapa oficial de la Argentina las hacía automáticamente parte de su territorio.
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El conflicto entre ambos países tuvo un episodio de extrema tensión a fines de los 70 e inicios de los 80, cuando la Junta Militar argentina amenazó en varias ocasiones con un inminente traslado de tropas a las islas en disputa para comenzar una guerra de imprevisibles consecuencias. Se conoce históricamente a este suceso como el "conflicto del Beagle", y la sangre no llegó al río gracias a la mediación del papa Juan Pablo II, por la cual Argentina y Chile firmaron un Tratado de Paz y Amistad en 1984 que intentaba frenar la polémica por ese territorio.
En 1971, los gobiernos de ambos países acordaron el arbitraje de la corona británica para dirimir el Conflicto del Beagle, pero en 1977 el Gobierno militar de Jorge Rafael Videla rechazó unilateralmente esa opción, poniendo en pie de guerra a las dos naciones. Ese contexto cambiaría radicalmente con la recuperación de la democracia y la decisión del ex presidente por la UCR, Raúl Alfonsín, de pacificar los vínculos internaciones con el objetivo de reinsertar al país en el mundo.
La zona de controversia estaba delimitada por un polígono, pero tras rechazar el arbitraje británico de 1977, Argentina extendió el conflicto a todas las islas al sur del Canal de Beagle y al este del meridiano del Cabo de Hornos. En este contexto, bajo el nombre "Operación Soberanía", el Gobierno de facto planeó la ocupación militar de islas que Inglaterra le otorgó a Chile, e incluso contemplaban invadir el territorio continental chileno.
La operación estaba prevista para el 22 de diciembre de 1978 a las 4:00, pero horas antes de dar la orden de ataque, el Sumo Pontífice llamó a ambos gobiernos para ofrecer la mediación papal, lo cual fue aceptado y la misión abortada. Juan Pablo II designó al cardenal Antonio Samoré como enviado para negociar con los países latinoamericanos.
Sin embargo, en 1981 el Ejército Argentino frenó a una presunta red chilena de espionaje, y esa acción tuvo su réplica en Chile con la detención de dos agentes de inteligencia argentinos. En este contexto, el 28 de abril de 1981 el general Leopoldo Galtieri, en su condición de comandante en jefe del ejército argentino, cerró de norte a sur la frontera con Chile, sin consultar al entonces presidente de facto Roberto Viola ni acordar la medida con el resto de las fuerzas armadas.
Por otra parte, el 19 de febrero de 1982, poco tiempo antes del estallido de la Guerra de Malvinas, un remolcador argentino ancló por tres días en la Isla Deceit, violando el Acta de Montevideo que exigía abstenerse de realizar actos que trastoquen la paz entre los dos países. Después de la muerte de Samorè en febrero de 1983, quien tomó las riendas de la mediación papal fue el cardenal Agostino Cassaroli, secretario de Estado del Vaticano, a quien le tocó un marco más favorable para las negociaciones ya que el recién asumido Gobierno de Alfonsín estaba mejor predispuesto a poner fin a las polémicas por los territorios marítimos al sur de Tierra del Fuego.
El 11 de junio de 1984 Cassaroli les hizo llegar a los gobiernos argentino y chileno lo que fue "la última" propuesta papal de la mediación, la cual fue aceptada. Alfonsín plebiscitó la decisión y luego impulsó la firma en Roma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, hecho que sucedió el 29 de noviembre de 1984. El acuerdo incluye no sólo la demarcación marítima sino que fija los derechos de navegación y reasegura también los derechos de ambos países en la Antártida
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