A 49 años de la primera gran movilización de fe de la Iglesia católica argentina, un repaso de sus orígenes y de cómo fue resistida en un principio por las autoridades eclesiásticas.
Basílica de Luján.
La Peregrinación a Luján, la mayor movilización de la Iglesia católica en Argentina, cumple 49 años. Gestada en un contexto político y social de violencia y confrontación, los jóvenes de aquella época optaron por hacerse oír de una manera que pudiera resumir su fe y compromiso ante una país que vivía sus años más difíciles.
Las cosas en el país nunca están fáciles, menos en 1975 donde la violencia y la incertidumbre era moneda corriente. Las cosas en la Iglesia no eran muy diferentes y si bien la peregrinación nunca fue politizada, los jóvenes de aquella época, junto al padre Rafael Tello, convergieron en la idea de mostrar y pedir unidad a la Virgen. Así nació la idea de peregrinar hasta Luján.
La imagen de la Virgen acompañando a los fieles.
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La organización de la primera gran caminata se hizo sin apoyo de la Iglesia, que la veía con recelo, fueron los jóvenes quienes junto con ayuda de Tello, y otros sacerdotes, se pusieron en campaña para atraer a otros que veían en la fe una salida a tanta violencia. Como no había internet o llegada masiva más que la radio o televisión, se decidió empapelar la Ciudad de Buenos Aires y visitar las parroquias de los barrios para contarle a los grupos de qué se trataba.
"En San Cayetano me entero de la peregrinación, había actividades importantes en esa época y una era esa. Nos dijeron que era un encuentro con la Virgen en una especie de caminar por la vida con momentos felices, tristes, de cansancio y dolor, pero con la particularidad de hacerlo en grupo", cuenta Raúl quien participó de las primeras caminatas.
Santuario San Cayetano en Liniers.
En el lenguaje llano podríamos decir que la primera peregrinación se hizo a "los ponchazos": la Iglesia no la había aprobado, aunque estaba al tanto, y como la mayoría de los municipios por donde pasaban los grupos no habían dado la autorización para realizar cortes; para caminar sin problemas idearon un cántico para recordarle a los fieles que debían andar por la derecha para evitar que algún auto los pase por encima. "A la dere, a la dere / a la derecha por favor”, era una de las frases más repetidas en toda la jornada.
Otro detalle de la peregrinación eran las famosas canciones de misa, de ahí surgió “Dulce Doncella” cuyo autor iba a San Cayetano y luego se ordenó en el seminario. Hasta el día de hoy es una de las canciones que más resuena en los 60 kilómetros que separan a Liniers de Luján. La peregrinación fue creciendo cada año, ni siquiera la dictadura militar de 1976 impidió que se siga haciendo reconvirtiéndose con el paso del tiempo para ser lo que hoy vemos cada primer fin de semana de octubre.
Los fieles caminando por Avenida Rivadavia.
Pero si algo no ha cambiado en los años es la unidad y el compañerismo que aquellos peregrinos relatan. En el camino era y es común entablar conversaciones, cantar y pasar un momento con alguien que quizás nunca más volverás a ver en tu vida pero que comparte la fe y la fortaleza para seguir a pesar del cansancio. Algo similar a lo que sucede cuando vamos a la cancha y nos fundimos en un abrazo efervescente con aquel hincha del que nada sabemos, solo que comparte esa misma pasión.
Como en la vida, esas 15 horas de caminata significarán volver a abrazarse a la esperanza junto con aquellos que con solo un cruce de miradas lo entenderán.
Por Yasmin Ali
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