Luis Sarotto, presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas, contó de qué se trata este tratamiento, cuáles son los requisitos para ser donante y en qué casos está indicado.
Por Canal26
Miércoles 24 de Junio de 2020 - 12:15
Plasma es un componente esencial de la sangre para el coronavirus.
En plena pandemia de COVID-19, y cuando el mundo entero está en una carrera contrarreloj para hallar una vacuna o, al menos, encontrar un fármaco seguro que detenga a este nuevo virus, el plasma de pacientes recuperados surge como la mejor alternativa, ya que, según los expertos, se trata del único “remedio” que hoy está disponible. Sin embargo, al ser un recurso tan escaso, es fundamental apelar a la solidaridad de los posibles donantes y llevarles la tranquilidad de que el procedimiento de extracción no conlleva ningún riesgo para su salud. En esta entrevista el doctor Luis Sarotto (MN 78073), presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas y profesor titular de Cirugía de la Universidad de Buenos Aires,despeja todas las dudas.
En la Argentina, ya teníamos antecedentes muy bueno en transfusiones con plasma inmune en la fiebre de los rastrojos, conocida como “enfermedad de Junín”. Eso fue hace 50 años y tuvo un resultado excelente en nuestro país, en una epidemia similar a la de ahora.
Entonces, en la Argentina ya teníamos muy buenos antecedentes con plasma y con resultados excelentes. Esto se comenzó a hacer en los países que sufrieron esta epidemia antes que nosotros y Estados Unidos fue el país que más impulso le dio al tratamiento con plasma sensibilizado inmune, que surgió por la carencia de un tratamiento que revirtiera la historia natural de la enfermedad.
En el caso del COVID-19, la hidroxicloroquina pasó de ser un ángel a convertirse en un demonio. También, se pensaba que los antivirales podrían ser la solución, porque al principio venían muy bien, pero después se convirtieron en un “ni”. Incluso, se desarrollaron drogas que se creyeron que podrían generar un impacto importante en la enfermedad y no lo hicieron. A partir de todo esto, comienza la idea de retomar un tratamiento histórico: el plasma del paciente convaleciente, que no es nada nuevo.
Cuando una persona se contagia una enfermedad viral como el coronavirus o la hepatitis, por ejemplo, rápidamente se generan dos tipos de anticuerpos: la inmunoglobulina M (IgM) y la inmunoglobulina G (IgG). La primera brinda inmunidad inmediata: rápidamente sube y, del mismo modo, desaparece. Podríamos decir que se trata de la primera fuerza de ataque. Por su parte, la inmunoglobulina G es la que genera una memoria inmunológica contra la enfermedad. Esta es la que uno mide cuando está vacunado. Por ejemplo, cuando una persona se vacuna contra la hepatitis o el sarampión y se mide la inmunoglobulina G, que para esa enfermedad la va a tener elevada, lo que significa que adquirió defensas y que no se va a enfermar.
Por eso, lo importante es darle el plasma al paciente que se interna con algunos criterios de gravedad de mal pronóstico -por comorbilidades o enfermedades asociadas- o que ya tiene disnea o fiebre, y cuyos resultados de laboratorio indican que se trata de un paciente de alto riesgo. Ese es el paciente que más se beneficia con el plasma, porque se le están dando los anticuerpos que aún no fabricó y que lo ayudan a combatir la enfermedad, desde el primer momento en que se internó. Por eso, que el plasma no sirve en los casos de pacientes que ya se encuentran en un muy mal estado general.
Una persona puede donar dos dosis de plasma, con un intervalo de 48 horas. Algunas personas pueden donar tres veces el equivalente a dos dosis, otros pueden donar hasta tres dosis... todo es de acuerdo al nivel de anticuerpos que tenga en su organismo. La transfusión de anticuerpos es un medicamento: en vez de dar un antibiótico, damos plasma. Básicamente, estamos hablando de lo mismo.
El plasma es el único tratamiento que, estadísticamente, está demostrando un cambio en la historia natural de la enfermedad. Es el único remedio probado contra el COVID-19 y es un remedio que la gente lleva en su sangre. Por eso, estamos muy entusiasmados.
Todo el mundo puede y debería acceder al plasma si vivimos en un país justo, porque esto es gratuito. La Facultad de Medicina ha destinado un presupuesto para el desarrollo y el estudio de los anticuerpos. Nosotros necesitamos que la gente se esfuerce en conseguir donantes porque el plasma es un recurso escaso. Pedirlo es fácil, pero nosotros estamos muy angustiados en conseguirlo. Hace un mes y medio el plasma era un proyecto en el Hospital de Clínicas, y eso que somos de los primeros junto con el CEMIC. Entonces, el tiempo ayuda a generar una preparación.
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