Mark Zuckerberg, CEO de Facebook e Instagram. Foto: Reuters.
Por Marcelo García.*
La profunda crisis política y social que atraviesa Estados Unidos, que ha derivado en una interminable espiral de conflictos de todo tipo y violencia inusitada, ha destapado otras cuestiones de las que, la gente común, no estaba debidamente advertida. La gota que rebalzó el vaso fue vertida por las últimas elecciones presidenciales en el país del norte de América, un proceso que se vio enmarcado por las denuncias previas de Donald Trump, a cargo de la presidencia, sobre el fraude electoral que se avecinaba. Sus reclamos comenzaron mucho antes de que el norteamericano promedio comenzara a emitir su voto, y el tono de las denuncias fue ganando en intensidad, a punto tal de que proclamó a los cuatro vientos que el Partido Demócrata y su -por entonces- candidato, Joe Biden, propiciaban el desembarco de la izquierda en la "Tierra de las oportunidades".
Luego de celebradas las elecciones, (y con el complicado background de los enfrentamientos internos previos por cuestiones raciales) comenzó una puja entre el mandatario republicano y su partido rival que terminó dando el "tiro de gracia" a la democracia y el sistema institucional de los Estados Unidos.
Trump se negó a aceptar la derrota en las urnas y se embarcó en una auténtica cruzada para revertir el estado de cosas y aferrarse -del modo que sea- al sillón en el Salón Oval de la Casa Blanca. De todos modos, vale destacar que hizo sesenta (60) presentaciones ante la Justicia demostrando el fraude.
La situación solo podía empeorar, cuando miles de manifestantes (muchos pro Trump y otros tantos, simplemente anti sistema) tomaron por asalto el Capitolio en la ciudad de Washington, pretendiendo revertir el cuestionado resultado de la votación. Los mensajes de Trump en las redes sociales no se hicieron esperar. Primero, convocando a los "patriotas" a movilizarse en reclamo de sus propias libertades, y luego, pidiendo tibiamente que regresen a sus casas para que la cosa no pasara a mayores.
Con intenciones o no, el daño estaba hecho (por unos y otros, republicanos y demócratas) y la sociedad norteamericana se vio irremediablemente fragmentada. Pero como si todo esto no fuera suficiente, a la pelea por la supremacía y el control se sumó un inesperado (auto)invitado: Mark Zuckerberg, el multimillonario dueño de -nada menos y nada más que- Facebook e Instagram, las redes sociales que todo lo pueden y todo "lo ven".
La intromisión de Zuckerberg resulta francamente indignante. Es que vale recordar que el todo poderoso rey de las redes enfrenta centenares de juicios en su contra, debido al escándalo desatado cuando se vio forzado a reconocer -incluso en el mismísimo Capitolio estadounidense y en otros de Europa- que había manipulado indebidamente información privada de millones de usuarios de Facebook e Instagram, en beneficio de campañas políticas, que -dicho sea de paso- le significó el ingreso de miles y miles de millones de dólares a sus abultadas cuentas bancarias.
Zuckerberg, ante la Justicia por uso indebido de datos de usuarios. Foto: Reuters.
El tema es que ahora Zuckerber se ha auto proclamado como nuevo "rector moral" del mundo entero y decidió cerrar las cuentas de Donald Trump en las redes sociales, imponiendo una suerte de "mordaza digital".
Twitter, también fue en el mismo sentido. Con este marco, Zuckerberg declaró recientemente que las cuentas del presidente estadounidense en transición, Donald Trump, seguirían bloqueadas hasta que termine su mandato, vale decir, el 20 de enero. "Creemos que los riesgos de permitir que el Presidente continúe usando nuestro servicio durante este período son simplemente demasiado grandes. Por lo tanto, estamos extendiendo el bloque que hemos colocado en sus cuentas de Facebook e Instagram indefinidamente y durante al menos dos semanas hasta que se complete la transición pacífica del poder", había posteado oportunamente Zuckerberg en Facebook.
La cuestión aquí es, ¿cuál es el límite para la libertad de expresión? o, mejor dicho: dejar en claro que si se impone este tipo de "límite a lo Zuckerber", lisa y llanamente, se barre por completo con esa libertad de expresión.
La decisión del dueño de Facebook e Instagram es llamativa; sobre todo pensando en los miles de casos que se ven a diario en las redes que él mismo administra, y que son la palmaria demostración de que cualquiera dice "lo que se le canta" y del modo en que elije hacerlo.
Sin embargo, vaya uno a saber por qué, el "tapa bocas" (y no por custiones relativas al coronavirus) solo se impuso a Donald Trump. Aunque claro que este es un caso testigo, que sienta precendentes para advirtirle a todos y cada uno de los usuarios de Facebook, Instagram (y Twitter) que hay quienes "están más arriba" (hasta de un presidente de los Estados Unidos) y que, en consecuencia, son las voces autorizadas (las de ellos, y no otras) para determinar qué cosas se pueden decir y cuáles no.
En otras palabras, una libertad de expresión "más libre para unos que para otros". Según la conveniencia del caso, claro.
*Periodista de Diario26 y escritor.
Instagram: @marcelo.garcia.escritor
Twitter: @mdGarciaOficial
1
Aguinaldo para jubilados de Anses: cuándo se cobra y cuáles son los montos actualizados para diciembre 2024
2
Revolucioná tu asado: el condimento secreto para la carne a la parrilla que pocos conocen y le da un sabor único
3
Tormentas en Buenos Aires: a qué hora empieza a llover este domingo 24 de noviembre
4
Carnaval 2025: las fechas confirmadas del primer fin de semana largo del año que viene
5
Oficializaron el nuevo aumento para los jubilados a partir de noviembre: en cuánto queda el sueldo mínimo