Benjamín Vicuña a su hija Blanca: "Tu risa no la apaga ni el tiempo"

A través de Instagram, el actor recordó el séptimo aniversario de la muerte de su hija con un emotivo mensaje y una foto de la pequeña.

Por Canal26

Domingo 8 de Septiembre de 2019 - 12:47

Benjamín VicuñaBenjamín Vicuña, actor

Como los 8 de septiembre de cada año, Benjamín Vicuña recordó a su hija Blanca, fruto de su relación pasada con Pampita Ardohain a siete años de la muerte de la pequeña.

 

La niña falleció el 8 de septiembre de 2012, a los seis años de edad, en Las Condes, Chile, tras haber permanecido internada nueve días en terapia intensiva debido un malestar que se originó durante unas vacaciones en la Riviera Maya, México.

 

El actor de la ficción "Argentina, tierra de amor y venganza" compartió un conmovedor mensaje.

 

Tu mirada. Esos ojos negros que me volvían loco. Ese misterio que jamás entenderé. Tu Alma libre mi pequeña princesa inca. Tus alas que abrazan mi dolor. Son más años los que ya volaste que tus 6 años a mi lado. El tiempo es relativo y curioso. El tiempo es un misterio como tu mirada anclada en mi memoria. Tanta responsabilidad que te doy, mi niña sabia, mi maestra en esta vida, mi inspiración salvaje y mi antídoto a todo miedo sobre la eternidad. Mi niña que ya no es niña, mi niña que corre, salta y vuela. Mi dulce hija que voló tan lejos que por momentos no puedo ver por el sol. Amo tus ojos, tu pelo, tu boca, tu piel, tus pecas, tus dedos de los pies, tu risa que estalla como la primavera. Tu risa que no la apaga ni siquiera el frío de tiempo. El tiempo, eso que se nos fue, que se recobra en la esperanza. En el silencio

Benjamin Vicuña y su hija Blanca 

 
 
 
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Tu mirada. Esos ojos negros que me volvían loco. Ese misterio que jamás entenderé. Tu Alma libre mi pequeña princesa inca. Tus alas que abrazan mi dolor. Son más años los que ya volaste que tus 6 años a mi lado. El tiempo es relativo y curioso. El tiempo es un misterio como tu mirada anclada en mi memoria. Tanta responsabilidad que te doy, mi niña sabia, mi maestra en esta vida, mi inspiración salvaje y mi antídoto a todo miedo sobre la eternidad. Mi niña que ya no es niña, mi niña que corre, salta y vuela. Mi dulce hija que voló tan lejos que por momentos no puedo ver por el sol. Amo tus ojos, tu pelo, tu boca, tu piel, tus pecas, tus dedos de los pies, tu risa que estalla como la primavera. Tu risa que no la apaga ni siquiera el frío de tiempo. El tiempo, eso que se nos fue, que se recobra en la esperanza. En el silencio.

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