El rosarino y el fin de su camino vistiendo la camiseta "Albiceleste". Un recorrido por el trayecto que lo hizo volverse una leyenda del fútbol argentino a base de superación.
"A Di María me lo resistían" dijo en su momento el mismísimo Diego Armando Maradona, detallando su paso como entrenador de la Selección Argentina. Y es así, tanto Ángel como el resto de sus compañeros fueron duramente criticados durante gran parte de su paso en el combinado nacional a causa de no poder concretar el sueño de todo futbolista: ser campeón representando a su país.
Y es que para la mayoría de los futboleros las cosas son claras, si no se gana, se fracasa. Pero hoy el panorama es totalmente distinto. El "Fideo" deja atrás su más que exitosa carrera en la "Albiceleste" siendo amado por propios y extraños, después de billar en más de un partido decisivo logrando cumplir el anhelo que recorría la mente de ese flaquito rosarino que ayudaba a su papá a embolsar carbón.
Mundial, Copa América, Juegos Olímpicos... En todos estos torneos Ángel Di María fue determinante para que la Selección siga acumulando trofeos y para quedar marcado para siempre en la retina del hincha argentino.
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Se puede decir que a Di María le "recetaron" jugar a la pelota. Es que de chiquito Ángel no paraba de correr, por lo que su mamá, Diana, lo llevó al pediatra cuando tenía 4 años debido a su hiperactividad. Al preguntar "¿qué puedo hacer?", el doctor decidió con una palabra el destino deportivo de un país: "Fútbol", contestó.
Los inicios no fueron fáciles. Sumado a los problemas económicos de su familia, a sus 15 años, mientras militaba en las inferiores de Rosario Central, un técnico lo humilló delante de sus compañeros. "Sos un cagón, sos un desastre. Nunca vas a llegar a nada. Vas a ser un fracaso", le dijo, haciendo que pierda las ganas de seguir jugando, lo que fue contrarrestado gracias al apoyo de sus padres, pilares fundamentales durante su carrera.
Sus condiciones lo llevaron a ser considerado para iniciar su camino en la Selección, historia de amor que empezó en 2007 con el subcampeonato en el Sudamericano que le permitió a la Argentina clasificarse al Mundial Sub-20 de ese año y a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Si bien se consagró campeón del mundo brindando 3 goles y 2 asistencias, la cita olímpica fue la que cambió su vida. "Ese torneo me dio la oportunidad de jugar con Leo Messi. Nunca me divertí tanto jugando al fútbol como en ese torneo. Lo único que tenía que hacer era correr al vacío. Empezaba a correr, y la pelota me llegaba al pie. Como si fuera magia", contó para Players Tribune.
Y vaya si fue magia. A los 58 minutos de la final contra Nigeria, comenzaría lo que iba a ser un clásico de los años venideros: tras un pase de Messi, Di María se la picó al arquero y le dio un nuevo título a la Argentina. Su emblemática actuación significaría un gran salto para su carrera, ya que le permitió tener más minutos en el Benfica (lo que decantaría en su pase al Real Madrid) y sería convocado para la Selección mayor, dirigida en ese entonces por Alfio Coco Basile.
Pero su historia siempre estuvo marcada por la adversidad. En 2009, en la caída 6-1 ante Bolivia por las Eliminatorias Sudamericanas y en el que era su tercer partido vistiendo la "Albiceleste", el rosarino fue expulsado y recibió cuatro fechas de suspensión. De todas maneras, entre los mejores se entienden y Maradona, por entonces DT del combinado nacional, le demostró todo su apoyo.
Un año después, en Sudáfrica, cumpliría otro sueño: jugar un Mundial. De todas maneras, no todo salió como lo esperado. Si bien sumó muchos minutos, no se sintió cómodo en la posición que le tocó jugar y su rendimiento no fue el esperado. A eso se le sumó la dura eliminación en la goleada 4-0 ante Alemania, lo que alimentó la dureza de las críticas hacia el plantel.
La Copa América del 2011 parecía el escenario perfecto para un lavado de imagen. Se disputaba en casa, ante unos hinchas argentinos tan eufóricos como histéricos para cortar una racha de varios años sin títulos. Ángel alternó titularidades y suplencias en ese torneo que significó el punto de quiebre de la gente con la Selección tras quedar afuera con Uruguay.
"Es tan decepcionante cuando veo la reacción que hay con el equipo en los medios en Argentina. Hay momentos en que el pesimismo y las críticas se van de las manos. No es sano. Somos todos seres humanos, en nuestras vidas nos pasan cosas que la gente no llega a ver", expresó en su momento.
El Mundial de Brasil 2014 se desarrolló de tal manera que parecía ser la gran reconciliación. Pero el destino le puso en frente una prueba más. Di María llegó entre algodones a la final con Alemania, ya que se había desgarrado ocho días antes, en los cuartos de final. Pese a expresarle al por entonces entrenador Alejandro Sabella su disposición para el partido, le tocó ver desde el banco cómo se escapaba el sueño de ser campeón del mundo.
Un año después, el hoy hombre del Benfica portugués volvería a sufrir en un partido decisivo. En la definición de la Copa América 2015 ante Chile, "Fideo" debió salir en el primer tiempo debido a una lesión. Para colmo, el que terminaría festejando sería el país trasandino al igual que en la edición Centenario de la competencia, disputada en 2016, que repetiría desenlace.
Así como las lesiones, los contextos tampoco acompañaron al crack rosarino durante gran parte de su paso por la Selección. Es que el Mundial de Rusia 2018 llegaría en medio de turbulencias en el vestuario. Pese a su golazo ante Francia en octavos de final, la eliminación fue temprana para un equipo que parecía no tener rumbo.
Luego de la polémica derrota ante Brasil en la semifinal de la Copa América 2019, Di María pasó varias convocatorias sin ser tenido en cuenta por Lionel Scaloni. "No le encuentro explicación, es difícil de poder asumirlo. Sinceramente no tengo palabras, porque para mí la Selección es lo único, es lo máximo. Si me rompo el ojete en cada partido es para poder estar dentro de la Selección", apuntó en aquella oportunidad en diálogo con el programa radial Closs Continental.
"Seguiré peleándola, seguiré pase lo que pase sin bajar los brazos. Sé que al final uno tendrá la recompensa. Todo lo que hice en mi carrera fue mirar para adelante. No tengo por qué reprocharme nada", agregó.
Y razón no le faltaba. Producto de su esfuerzo y de pasar años remándola, terminaría de ubicarse por fin entre las leyendas del fútbol argentino gracias a sus actos recientes ya más que conocidos: Di María marcaría frente a Brasil en el Maracaná, contra Italia en Wembley y ante Francia en Qatar, siendo uno de los principales protagonistas del éxito de unas de las mejores selecciones de la historia.
"Mucha gente nos decía que no volviéramos y nos criticaban. Me seguí dando tanto la cabeza contra la pared que hoy se rompió", reflexionó tras ganar la Copa América en tierras brasileñas.
Hoy, ese Di María al que resistían, al que tildaron de "fracaso" con tan solo 15 años, ese que se dio la cabeza contra la pared hasta que la rompió, se despide de la Selección Argentina dejando una marca imborrable, enseñando que nunca hay que darse por vencido y que -como reza el dicho- los de afuera son de palo.
La vida dirá si tras su segundo ciclo en el Benfica arribará a nuestro fútbol para volver a ponerse la camiseta de Rosario Central, si elegirá otro destino o si colgará los botines de manera definitiva. De lo que hay que estar seguros es de haga lo que haga, podrá dormir con la conciencia tranquila, sabiendo que lo dio todo por la camiseta que más amó en su carrera y con la que hizo feliz a millones de personas que quizás él no conoce, pero que lo van a llevar por siempre en sus corazones.
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