Por Canal26
Sábado 31 de Agosto de 2024 - 04:51
Cristina Alonso Pascual
Londres, 31 ago (EFE).- Los ecos de la desinformación resuenan un mes después del estallido de los disturbios en el Reino Unido motivados por una noticia falsa compartida sobre el autor del acuchillamiento múltiple en la localidad inglesa de Southport, donde tres niñas murieron y otras diez personas resultaron heridas.
Aunque la violencia incitada por grupos de extrema derecha y con carácter islamófobo y racista se ha ido diluyendo, a mediados de agosto la Policía de Pakistán detuvo a un periodista acusado de difundir información falsa sobre el asesinato de las tres pequeñas.
Identificado como Farhan Asif, del medio digital paquistaní Channel3Now, el periodista afirmó que el presunto autor del crimen era un "demandante de asilo de 17 años" que profesaba el Islam, pese a que, en realidad, nació en Gales, de padres ruandeses.
El autor del ataque ha sido identificado como Axel Rudakubana, que mató a las tres niñas con arma blanca e hirió a otros ocho menores y dos adultos el 29 de julio en un centro recreativo de Southport, donde se celebraba un taller de música inspirado en la cantante Taylor Swift.
La expansión de las informaciones falsas, según los expertos, busca conectar con los sentimientos de los receptores, como el enfado o el descontento, y, en este caso, generó movilizaciones que terminaron con el arresto de más de mil personas por ataques a mezquitas o centros de solicitantes de asilo, así como a los agentes del orden.
La limitada información oficial inicial procedente de la policía, debido a los derechos de protección de datos, en especial sobre menores, como fue el caso del autor de este crimen -que ya ha sido acusado-, hicieron que rápidamente estallara la desinformación.
Para el investigador del King's College de Londres Nils Mallock, especializado en psicología política, la necesidad de "completar los huecos" hace que haya gente que agregue información sin fundamento, sea de forma deliberada o no.
"La labor de las redes sociales en la difusión de desinformación es preocupante y probablemente se ve agravado por una insuficiente supervisión editorial, y el sesgo a favor de los contenidos sensacionalistas, incluidos los falsos", aseguró a EFE.
Este tipo de mensajes, dirigidos a las emociones de la población, se fueron mezclando progresivamente con otros que, de manera directa, llamaban a la violencia para "proteger a nuestros niños", como explicó Mallock.
De acuerdo con Hannah Rose, analista de odio y extremismo en el Instituto de Diálogo Estratégico, los algoritmos de las plataformas también influyen en la difusión de la desinformación.
Ocurrió así en TikTok, donde, según la experta, al buscar 'Southport', uno de los resultados sugeridos era el nombre falso del presunto autor, que continuaba entre esas sugerencias horas más tarde de ser desmentido por la policía.
Así, pese a no ser cierta, la información falsa compartida en redes sociales se convirtió en el combustible de las manifestaciones violentas contra la inmigración en el Reino Unido.
"La desinformación se diseña con ciertos sentimientos como objetivo, como el enfado y la frustración, que son motivaciones eficaces para que la gente se una a las protestas, en especial en el corto plazo", expuso el experto.
En particular, quienes están más expuestos a esta desinformación son los que se han transformado en extremistas por causas más allá incluso de la ideología, como puede ser la "contracultura o el liderazgo de una figura de confianza", según explicó Rose a EFE.
"Estas vulnerabilidades son explotadas por redes extremistas en línea de fácil acceso, las cuales canalizan el descontento de un individuo en odio", manifestó la analista.
De hecho, tras la publicación de la desinformación se iniciaron los disturbios, marcados también por saqueos, quema de vehículos o lanzamiento de todo tipo de objetos -como ladrillos y botellas- contra los agentes policiales a principios de agosto.
Este tipo de desinformación racista no solo se difunde en el Reino Unido, sino también en otros países, como España, donde recientemente se señaló al presunto asesino de un menor en la localidad toledana de Mocejón como inmigrante magrebí.
En este caso, como en el de Southport, los usuarios de redes sociales que compartían esta información carecían de pruebas para sus afirmaciones, frente a la información oficial sobre el único sospechoso: un joven español de 20 años cuya familia reside en la misma localidad. EFE
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